El apreciado amigo y escritor Víctor Escarramán ha dirigido una comunicación a esta columna cuyo texto se transcribe a continuación: Estimado columnista, escritor y amigo. Ante todo, aspiro a que su vida y la de familia discurran en salud y paz en este tiempo pandémico que nos gastamos. Le escribo para plantear una inquietud, dada su especialidad en el conocimiento de la lingüística y en su interés en la promoción del mejor español académico y del español dominicano, que semanalmente promueve en su columna Orto-escritura.
Me activa la curiosidad escuchar y leer reiteradas veces en medios de comunicación y en los hablantes, el uso del plural, cuando se van a referir al proceso de sepultura de un fallecido. Y es que, se ha convertido en un canon la expresión: sus restos—se refieren al muerto—serán sepultados el día ZZ, a las XX: 00 horas, en el cementerio YYYY. YYYY.
La inquietud brota con la parte “sus restos”, como refiriendo que el cadáver no es uno, sino un conjunto de restos (partes) del mismo cadáver del mismo cuerpo. Es conocido que el cuerpo con su cabeza, tronco y extremidades es uno, donde cada órgano es parte complementaria de ese cuerpo que forma esa unidad. En la forma en que se enuncia, semeja que al momento del fallecimiento alguien había descuartizado el cuerpo: extrayéndole el corazón (un resto), separando la cabeza, otro, extirpando los pulmones; le habrían cortado las piernas, los brazos, etc. Entonces, si el cuerpo humano, aunque es un conjunto de órganos, al momento del fallecimiento es una unidad monolítica, que será sepultada como un solo, el cuerpo de la persona ¿De dónde nace la necesidad de pluralización “sus restos serán sepultados” en vez de, “su cuerpo o el cuerpo será sepultado”? Atento a sus comentarios, afectuosos saludos, Víctor Escarramán.
Plurales inherentes
La misiva del doctor Escarramán ha motivado las siguientes acotaciones, fundamentadas en el acápite 3.8 de la Nueva gramática de la lengua española (NGLE), titulado “Preferencias morfológicas o léxicas por el singular o por el plural”.
Algunos nombres solo se usan en singular (singulariatamtum). El singular “es parte esencial de su significado”. Los académicos los llaman “Singulares y inherentes”, y entre ellos entran: caos, grima, salud, sed y tino… y debería entrar el vocablo /gente/, el cual dice más en singular que en plural.
La palabra /cariz/ se considera de ese grupo, pero de acuerdo a la morfología puede pluralizarse en carices, como matices, de matiz.
Los nombres no contables deben asimilarse a los singulares inherentes. En algunos países como México y España pluralizan palabras como fútbol, baloncesto o electricidad. Pero no es propio de todos los hablantes de nuestra lengua.
Como hay singulares inherentes, tenemos los plurales inherentes, que es el tema de nuestro comentario: albricias, fauces, arras, exequias, funerales, bodas, provisiones (no se cuentan las provisiones) ¿y las exequias cuántas son?
Todos los sustantivos en plural no conllevan cuantificación. Mire estos casos: apuros, calamidades, tinieblas. Nadie dirá un numeral para estos plurales. Creo que ese fenómeno se ha dado con el sustantivo /resto/ y su plural /restos/. Lo mismo ocurre con los escombros. Digamos que se derriban dos edificios contiguos y lo que queda es escombros, pero si se cayera el del frente se hablará también de los escombros.
Ahora quiero citar la Gramática: “Son muy numerosas las expresiones idiomáticas que contienen sustantivos usados solo en plural. Entre las nominales pueden mencionarse artes marciales, cuidados intensivos, frutos secos, ejercicios espirituales. Son también muy numerosas las locuciones preposicionales adverbiales y adjetivas que incluyen un sustantivo plural”. (NGLE, 2009, página 173).
RAFAEL PERALTA ROMERO
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