De las elecciones presidenciales y congresuales a celebrarse en menos de dos meses es poco lo que se sabe y mucho lo que se especula, porque en término de consenso político lo único que puede asegurarse es que ha sido pautada para este 5 de julio.
Como para no abordar a profundidad tan relevante tema, todos coinciden en señalar que la lucha contra el coronavirus debe ocupar la mayor atención de partidos y candidatos, lo que resulta lógico, aunque no debería ser difícil poder masticar y caminar al mismo tiempo.
Los partidos políticos poseen recursos humanos y logísticos como para ayudar a afrontar la pandemia, incluso con un enfoque electoral, y trabajar junto a la Junta Central Electoral (JCE) en todo lo relacionado con el diseño, montaje y celebración de las elecciones.
La JCE agrega un problema de ocasión que requiere ser abordado con celeridad, como ha sido su advertencia de que para aplicar el día de las votaciones un protocolo de prevención contra la COVID-19 requiere incrementar el presupuesto asignado a esa institución. He ahí un tema sanitario, económico y político.
El pleno de la Junta ha convocado a presidentes, candidatos y delegados de partidos para discutir temas esenciales relacionados con los comicios presidenciales y congresuales que deben celebrarse dentro de menos de 50 días, pero todo ha quedado en el terreno de lo nebuloso o innominado.
Se ha sugerido que hombres y mujeres voten por separado, que se aumente el horario de votación, que se sufrague en espacios amplios como estadios o canchas deportivas y muchas otras recetas, ninguna de las cuales han recibido la bendición del consenso.
En vez de amarrar todos los aproches para garantizar que el día señalado se celebren elecciones libres, limpias y concurridas, mansos y cimarrones prefieren instalar un Circo Romano para debatir lo que sucedería si se llega al 16 de agosto sin elegir a las nuevas autoridades.
Los partidos no han dicho si están o no de acuerdo con propuestas que la ciudadanía tampoco conoce a profundidad, ni la JCE ha dicho cuándo iniciaría el programa de educación a los votantes de cómo, cuándo y dónde votar. Lo único que se sabe es que todos se preparan para pelear el día después de lo que se haga o se deje de hacer.
