A principios de la década del “80”, ocurrió un trágico accidente en la calle Santiago esquina Hermanos Deligne, en el sector de Gazcue, con un saldo de varios muertos y un número elevado de heridos. El suceso se originó cuando un autobús público, conducido con exceso de velocidad, se estrelló contra una vivienda.
En la época, ocupaba la Fiscalía del Distrito Nacional, el doctor Julio Ibarra Ríos, quien consternado y alarmado por la tragedia, hizo un ferviente llamado para que los choferes públicos manejaran con prudencia, a fines de evitar la repetición de un hecho similar.
El magistrado criticó acremente a los que manejan las llamadas “voladoras”, cuyos conductores los llamó “mensajeros de la muerte”, y planteó la necesidad de la adopción de medidas drásticas para detener las muertes provocadas por los accidentes de tránsito.
El referido acontecimiento se registró hace más de veinte años, y en la actualidad, se observa un incremento desmesurado en la conducción temeraria de las unidades del transporte público, pues los choferes no respetan señales de tránsito y mucho menos la vida humana.
Hace poco, un chofer y el cobrador de una “voladora” golpearon salvajemente con un bate a dos estudiantes universitarios, debido a que los jóvenes exhortaron al conductor a manejar con cordura. Muchos de los que manejan vehículos públicos andan con armas de fuego e irrespetan a las autoridades.
Existe consenso de que el caos en el tránsito se debe a la falta de educación de los conductores, originando trastornos en las vías públicas y rebasan sin observar la ley de tránsito, imponiendo el caos y menospreciando la vida de los transeúntes.
Conforme con las últimas estadísticas, en el 2013 murieron por accidentes de tránsito 1,892 personas; 1,671 hombres y 221 mujeres, entre ellos 312 en la provincia Santo Domingo, 135 en Santiago y 132 en San Cristóbal. Los dominicanos ocupamos los primeros lugares en muchos renglones internacionales, y parece ser que ocuparemos un lugar importante en esta escala.