Opinión

Metamorfosis

Metamorfosis

El ser humano vive transformándose todos los días y su psiquis a cada instante, cual silueta, para el bien, lo absurdo o el mal. Aristóteles decía: “psiquis significa tanto el principio vital como el principio presente”.

La gente, en sentido plural, cambia increíblemente, empezando por lo físico, los principios, instintos, la forma de ser, de actuar, de pensar principios y actitudes, se ofende por nada, cual sentimentalismo despreciable y modus operandi, con olores increíbles, no todos, porque todavía en muchos se puede creer a plenitud y aquí hay demasiados hombres y mujeres nobles, íntegros y buenos.

La verdadera amistad se esfuma como el viento, existiendo un nebuloso abismo entre los amigos de ayer y los de hoy, donde campea el olvido, las diferencias y solo nos acordamos de San Isidro, cuando va a llover, de ahí las frases: “San Isidro el labrador, quita el agua y pon el sol”.

Vivimos en un mundo equivocado, donde la maldad, el odio y la hipocresía personificada en tantos, quienes jamás piensan que caminamos, nos acostamos y levantamos con la muerte.
Vivimos en una llamada sociedad incomprendida, en medio de la vorágine y el estupor, donde hasta en el seno familiar que debería ser la verdadera célula de paz, amor y comprensión, reina el divisionismo, la malquerencia de algunos que ignoran las acciones positivas recibidas, el sacrificio, la equidad, inventores de infamias, que solo miran la viga en el ojo ajeno, nunca en el suyo.

La conducta humana exige que uno mismo se revise externa e internamente, y se diga: “tengo que cambiar para no fracasar, mañana puede ser muy tarde”. Consérvate y háblate a ti mismo, pero si actúas bien y tranquila la conciencia, no tienes que preocuparte, porque vives en paz y con amor.

La humanidad, día tras día, es materialista, con raras excepciones, y, como decía Martin Heidegger: “La gran tragedia del mundo es que no cultiva la memoria y por tanto olvida los maestros”.
Solón, de Atenas, expresó esta grandiosa frase: “conócete a ti mismo”.

El sabio Sócrates, quien a los 60 años fue elegido senador, se retiró de la política, dedicándose a la enseñanza de la filosofía pública y gratuitamente, al aire libre, a los 70 años fue acusado por el envidioso Mileto de corromper a la juventud, al no reconocer los dioses del Estado, siendo condenado a morir, y Sócrates, con gran entereza de carácter, prefirió morir, tomando con estoica calma la cicuta, antes que faltar a las leyes, su oración favorita era: “Gran Dios, concédenos lo que nos conviene, ora los pidamos, ora no, y alejad de nosotros cuanto pueda hacernos daño, aunque os lo pidamos”.

La vida es una metamorfosis continua, ráfagas cuasi permanente, una transformación, cambios, mutación, conversión y modificación.

El Nacional

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