Con los carteles más poderosos del narcotráfico que operan en la región, México se ha convertido en uno de los países más violentos y peligrosos para sus moradores. No pasa un día sin reportarse algún caso estremecedor como resultado de una ola de violencia con profundas raíces en sus estructuras económicas, políticas y sociales.
Aunque con matices políticos que confunden a la opinión pública, una generación Z organizó una marcha denominada “Por la paz” que movilizó a miles de mexicanos ansiosos de vivir en un país con más seguridad ciudadana. Es injusto cargar sobre el Gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum el peso de la violencia que sacude a la nación, cuando lo cierto es que ha sido bajo su administración cuando los carteles y los grupos criminales han sido enfrentados con más rigor.
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Al menos en la capital la movilización se vio ensombrecida por actos de vandalismo que generaron enfrentamientos con la Policía. Algunos manifestantes trataron de saltar la verja que protege el Zócalo, donde concluyó la multitudinaria movilización. Pero aunque el enfoque pueda estar distorsionado será siempre importante que la gente se empodere contra la violencia, en defensa de la paz y la seguridad de la ciudadanía. El movimiento representa un toque de atención que las autoridades no pueden ignorar. Sin importar lo que se ha hecho, tiene que hacerse más para garantizar el orden y la seguridad que necesita la ciudadanía.

