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Mujerespor Trump

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Chiqui Vicioso

Hace unos años visité a un terapeuta norteamericano muy afamado. Quería entender un problema que impedía mi sueño: la hostilidad de muchas mujeres hacia mi, algo que no lograba explicarme sobre todo cuando no las conocía, ni había intercambiado con ellas una palabra, un solo gesto. Qué podía estar haciendo, para que, por ejemplo, la compañera de un casi hijo mío argumentara que “no me quería conocer porque sabía que ella no me iba a caer bien”. Y como podía saberlo? Pregunté.

El terapeuta sonrió y dijo: El problema es que usted no se ve. Cuando usted entra a un salón llega una mujer alta, “medianamente atractiva”; (me reí); educada; empleada en lo que le gusta; económicamente independiente; bien vestida; y con un compañero que muchas hubieran querido tener.

Y, su sola presencia pone un dedo en sus llagas, sin usted proponérselo; en las que carecen de cada uno de esos atributos, desatando una hostilidad que nada tiene que ver con quien realmente es usted, sino con sus complejos, o heridas particulares.

Así de simple y de golpe y porrazo ese terapeuta me liberó de mis angustias en ese plano, y de toda expectativa de aceptación familiar inclusive. Ahora si una amistad ocurre es una maravilla, no algo que doy por sentado.

El terapeuta hizo una advertencia adicionaL: Ud. está en USA, y debe de esperar que todas esas hostilidades se exacerben por una razón: el racismo. Si usted desata hostilidades en su gente, imagine cómo será en mujeres blancas “trash” norteamericanas, con las mismas limitaciones que hemos identificado.

El racismo es agotadoramente irracional, se niega a admitir la igualdad entre las personas, porque asume de entrada que la falta de pigmentación en su piel, es un pasaporte a privilegios que otros/as no debían tener, una herencia divina, de la rara “aria”, aunque los denominen como “basura”, sin nada que les distinga en una sociedad basada en la riqueza, el consumo, la apariencia, y modelos de belleza que les niegan.

Por eso imaginamos la hostilidad de Trump, en plena decadencia física (sus pedos públicos son un chiste nacional) frente a la vitalidad y belleza de los hombres latinos, y boricuas en particular; frente a la fuerza de mujeres boricuas como la Ocasio, a quien no ha podido ni avasallar ni acomplejar cuando alude a sus orígenes obreros. O que, haya avalado, que Puerto Rico es “una isla de basura”..

Por eso, cuando vi a Kamala abrazada con Michelle Obama y con Ophrah, tres portentosas mujeres negras, exitosas, y felices, supe que las mujeres blancas-basura no lo iban a poder soportar y no me sorprendió que el voto mayoritario para Trump haya sido de ellas.