Opinión Articulistas

Nayib Bukele

Nayib Bukele

Chiqui Vicioso

Nayib Bukele se merece el Premio Nobel al camaleonismo político. Su trayectoria es digna de estudio ya que pasó de ser un miembro del Frente Farabundo Martí, o “izquierda radical”, al populismo de ultraderecha (condenar a una mujer que haya abortado, aún por razones médicas, a 50 años de prisión, en pleno 2024) es un asombro, aun para quienes estamos curadas de asombro.

Nayib Bukele, hijo de inmigrantes palestinos a El Salvador, y de madre musulmana de filiación católica (dos fundamentalismos de armas tomar), ha saltado a la opinión pública no por sus políticas de ultraderecha: el predominio del mercado en todos los ámbitos de la vida nacional; sino por su represión de las pandillas, o maras, las cuales tenían aterrorizado a El Salvador.

Su propio pueblo, bukelista, le dio un espaldarazo cuando ganó las elecciones, con las más alta tasa de aprobación de un candidato en toda la región.

El mundo se volcó en elogios, tantos que Trump lo invitó a participar en uno de sus congresos, junto con Javier Milei, y aquí hasta se sugirió adoptar sus métodos en Haití, para combatir a las bandas juveniles.

También se celebraron las fotos, de 74,000 jóvenes, en calzoncillos, cabezas rapadas, tatuados, arrodillados frente a policías y militares. Hoy esos muchachos están en prisión, una tan grande como la de Gaza, y las denuncias de tortura (vieja práctica del paramilitarismo salvadoreño), abundan.

A mi esas fotos me partieron el alma, porque representaban un desperdicio de vida, de juventud centroamericana, desgarrador, de la cual esos jóvenes han sido y son víctimas, aunque hoy sean los monstruos engendrados por la gigantesca corporación Banana Fruit Company, que exterminó, con la complicidad de la oligarquía salvadoreña, al campesinado de ese país, y obligó a miles de salvadoreños a emigrar a USA (ironía de la emigración, que nadie señala) donde estos muchachos pasaron a vivir en barrios marginados, mayormente de California, y fueron reclutados por las maras.

Esto es algo que Bukele aprovechó para recordarle a Trump y a USA, porque en un año Estados Unidos deportó al Salvador 86,000 jóvenes salvadoreños desde sus cárceles, entre los que se encontraban dirigentes de la Mara Salvatrucha, quienes encontraron en los 16,000 huérfanos de la guerra “civil” un campo de reclutamiento invaluable.

Es un círculo norteamericano que se repite y que apenas comienza en nuestro país, donde acaban de deportar otros 141 muchachos dominicanos de las cárceles estadounidenses.

Aquí nadie los va a acoger, a contratar, a darles educación y trabajo, y, ¿cómo creen ustedes que van a sobrevivir? Y el Ministerio de la Juventud, ¿qué programas ha creado para reinsertarlos en un país con el que no tienen ningún vínculo?
Advertidos están.