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Negación de la historia de RD

Negación de la historia de RD

La doctora María Filomena González, asesora del Isfodosu.

Me correspondió compartir un panel sobre temas históricos con la historiadora y asesora del Instituto Superior de Formación Docente Salomé Ureña (Isfodosu), María Filomena González y con el sociólogo y profesor Rubén Moreta.

Yo hablé sobre el 101 aniversario de la caída en combate de José Oliborio Mateo, resistiéndole a las fuerzas estadounidenses de ocupación el 27 de junio del 1922, y los citados, expusieron argumentos para vapulear el orgullo de ser dominicano, negando los acontecimientos que sustentan el origen, evolución y existencia intrínseca del pueblo dominicano y arguyendo que este pueblo es racista, “nacionalista” y desprecia su color.

Aunque no se abordó el tema frontalmente, fue evidente la intención de dejar sentado que en la República hay un sentimiento de rechazo a una superpoblación o unificación con los haitianos, no porque somos un pueblo estado diferenciado del otro, sino por su negritud.

Qué equivocados están.

Los referidos, académicos, personas de alto prestigio y bonhomía, pusieron a rodar los valores de la identidad nacional, las luchas y el sufrimiento de hombres y mujeres que desde la llegada de los colonizadores dieron todo, batallas, resistencias y sangre, para imprimir las raíces de lo que hoy este pueblo es: libre, orgulloso de su pasado y en constante lucha contra los monstruos que intentan aniquilar su porvenir.

Los distinguidos académicos no se sienten orgullosos de haber nacido en este país, al que detractan, acusan, niegan, y en su exposición la excelsa dama dijo que este territorio es Haití desde sus inicios. Y está totalmente equivocada.

Utilizó un lenguaje subliminal para entregar la recomendación de que se asuma que aquí ‘’todos somos haitianos’’.  Poco le faltó para decir (o tuvo otra manera de expresarlo) que los padres de la patria son Jean-Jacques Dessalines y Henri Christophe.

Se equivoca otra vez

En su posicionamiento pro haitiano, pasó por alto las raíces de la conformación del pueblo dominicano, desde el Hombre de Seboruco a Caonabo y Enriquillo; de Anacaona (primera mujer mártir de América), a Núñez de Cáceres, Juan Pablo Duarte y así hasta que hoy somos uno de los países de mejor conformación identitaria, aunque amenazado por gentes que, desde posicionamientos académicos, utilizan sus cátedras para transmitir pesimismo y negación de la historia patria, induciendo a la juventud a poner en duda la grandeza de su pueblo.

Para la honorable académica, el 80 por ciento de nuestros ancestros son africanos. Cosa que, aunque sería una buena noticia, es totalmente falsa, y ella lo sabe más que cualquier otro dominicano.  Nunca hubo en Santo Domingo una población tan numerosa proveniente de aquel continente.  Veamos lo que el historiador Jaime de Jesús Domínguez apunta en su obra ‘’Historia Dominicana’’:  En 1785, en el Santo Domingo Español había una población de 152,460 personas, de las cuales unas 30,000 eran esclavos (africanos, r.p.). Observemos que estos datos reflejan nuestra población 88 años antes del Tratado de Rijswijk (1697) y 8 años después del Tratado de Aranjuez (1777) ¿Dónde está el 80 por ciento? Estos antecedentes la impugnan. Igual que son impugnables todos sus argumentos contrarios a la verdad histórica y a la identidad nacional.

Para ella aquí no funcionó el mestizaje y el nombre de Quisqueya, cantado hermosa y heroicamente en nuestro himno nacional, no existió. En sus estudios y en su imaginario, solo existe Haití.

Para ella,  Gaspar Arredondo y Pichardo fue un farsante;  el genocidio de Moca no ocurrió, fue un invento dado a conocer 20 años después; las batallas libradas contra las intromisiones haitianas,  fueron ‘’batallas’’ entrecomillas con pocos heridos y menos muertos; el peligro haitiano es un invento de los nacionalistas y Jean-Jacques Dessalines y Henri Cristopher fueron dos ángeles que ningún daño hicieron, y  si entraron en Santo Domingo fue a salvarlas vidas de los niños haitianos amenazados por un decreto del gobernador Ferrand.

Poco le faltó para decir que esos dos monstruos, Dessalines y Christophe, elevados por ella a la categoría de padres de la patria, fueron enviados porJehová a salvar a los habitantes de Santo Domingo de la esclavitud y a pedirles que abandonen esta tierra porque si no lo hicieran, serían destruidos por una tormenta de azufre y fuego, en venganza por el bendito decreto de Ferrand.

Qué equivocada está la honorable dama, promoviendo ante estudiantes su tesis negacionista del patriotismo dominicano. 

Por Rafael Pineda
rafaelpinedasanjuanero@gmail.com

El autor es poeta.

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