SAN PEDRO DE MACORÍS. Emely Henríquez es una niña de 9 años, que cursa el cuarto grado de básica en la escuela Norge Botello, en el sector El Brisal, de aquí, quien nació con una discapacidad en el brazo derecho, pero lo que la hace especial no es su condición física, sino su entrega, dedicación y amor a los estudios y a su centro educativo de Jornada Escolar Extendida.
“No me siento aislada. Siempre participo de todos los juegos y mis compañeros dicen busquen a Emely. En la hora de los talleres, de la tanda extendida, siempre participo. Además no me considero discapacitada”, relata la estudiante, hija de María del Carmen Henríquez, madre soltera con dos hijos, sin empleo fijo, que vive en el barrio México, a unos 300 metros del plantel educativo donde estudia su hija.
“En una ocasión me ofrecieron regalarme una prótesis y la rechacé por la sencilla razón que tener un brazo así es lo que me hace especial, para poder demostrarles a los demás que puedo salir adelante, quiero seguir escalando peldaños, quiero ser una abogada para defender a la mujer, porque es muy maltratada por el hombre, y con la ayuda de Dios quiero ser presidenta de la República”, manifestó la niña.
“Yo quiero estar todos los años en tanda extendida y en El Brisal. Al principio fue un poco difícil, por el horario tan temprano, pero ahora estoy mucho mejor, estoy adaptada”, dijo sonriente.
Para Emely, la Jornada Escolar Extendida ha sido una oportunidad para crecer en conocimientos y poner en prácticas sus habilidades al máximo. “Me gusta la jornada extendida porque aprendo mucho y por la comida que me dan. Tienen un menú variado y como suficiente. Me gusta todo lo que sirven, porque mi madre no prepara muchas comidas diferentes como lo hacen aquí”, expresó.
Su maestra, Jahaira Reyna, al referirse a Emely dijo que es el amor de la escuela; “todos cuidamos de ella, no solo por su condición física, sino por su forma de ser y como enfrenta los desafíos de la vida. La niña dejará una huella muy significativa en lo referente a su comportamiento y su aceptación de sí misma, porque a pesar de su condición ella pone en práctica sus habilidades, al ejecutar con destreza cada una de las tareas que se le asignan. Ella no se siente con limitaciones”.
Para María del Carmen, la madre de Emely Henríquez, este modelo educativo ha sido una bendición. “La tanda extendida me ha beneficiado mucho”.