El disenso con una resolución de Estados Unidos para enfrentar la crisis haitiana marcó la Asamblea General de la OEA que concluyó el viernes en Antigua y Barbuda.
Aunque al final se acogió la propuesta que compromete a los países miembros a aumentar la cooperación con la misión internacional de seguridad en la vecina nación, los desacuerdos evidenciaron no solo la debilidad de la OEA, sino la crisis de hegemonía de Washington en la región.
Al considerar la posibilidad de abandonar la organización por considerarla incapaz de encontrar soluciones a crisis como la hiatiana y la venezolana, Estados Unidos la victimiza al usarla como chivo expiatorio.
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La OEA siempre ha sido una entelequia que sobrevive gracias al respaldo financiero y político de Washington.
La resolución que se aprobó para aumentar la cooperación a la misión liderada por Kenia sintoniza con la preocupación externada por República Dominicana sobre el efecto del deterioro de la seguridad y la gobernanza en el vecino país.
Son muchas las fórmulas que se han presentado para enfrentar la violencia de las pandillas en Haití que se han quedado sin respuesta.
Pero lo cierto es que la cooperación con la misión internacional en Haití es un paso importante, si es que no se reduce a agua de borrajas, para devolver la seguridad a la nación.
La OEA, con el respaldo de Estados Unidos, debe velar para que cada país cumpla el compromiso que se ha asumido frente a la conmovedora crisis haitiana.