El Banco Central es el organismo que manifiesta mayor optimismo en los informes y resultados de estudios que con regularidad divulga a la opinión pública como reporte de la situación económica del país en su calidad de entidad rectora del sistema monetario y financiero nacional.

A pesar de los estragos globales de la pandemia de covid-19 y sus efectos en parálisis económica y pérdida de empleos en general, los datos que aporta la entidad siempre son halagüeños, ubican al país como referente frente a sus similares y destacan la capacidad de recuperación para superar la crisis.

Sus más recientes aseveraciones, revelaciones y proyecciones destacan reducción de inflación interanual, aumento del flujo de remesas, crecimiento del mercado laboral, así como decisiones de política monetaria conducentes a dinamizar la economía, como reducción de tasas de interés y del encaje legal.

El sempiterno gobernador del Banco Central, quien ha servido a tres presidentes de la República en gestiones de dos partidos distintos, parece tener la “varita mágica” para mantener el equilibrio macroeconómico, estable la tasa de cambio, inflación en un dígito y generar confianza en agentes económicos.

Todo esto es un gran soporte y estímulo para que las políticas públicas del gobierno central sean más potables y generen percepciones positivas de la gestión del Poder Ejecutivo, además de servir para poner al país de referente internacional en recuperación y crecimiento económico post pandemia covid.

Si bien ese desbordante optimismo del Banco Central sobre el presente y futuro de la economía dominicana, ese auge productivo debe tener impacto y reflejarse en los sectores más vulnerables de la pirámide social para que se pueda hablar de crecimiento económico que impulse el desarrollo humano.