El miércoles siete, el Colegio Cardenalicio, órgano de la Iglesia católica facultado para ello, escogerá a quien llenará la vacante dejada por el bondadoso Francisco, fallecido el 21 de abril recién pasado. Además de líder espiritual del pueblo católico, el sumo pontífice es jefe del Estado Vaticano y obispo de Roma.
Este hecho no solo involucra la atención de 1,407 millones de personas que profesan la fe católica, sino de muchos otros que enfocan el evento desde distintos puntos de vista. Periodistas y analistas políticos debaten en torno a quién será el hombre sobre cuyos hombros recaerá esa gran responsabilidad.
Las preferencias conducen, incluso, a las apuestas en casas especializadas en este tipo de negocios en importantes ciudades de Europa. Antes del sepelio de Francisco, los analistas habían señalado listas de elegibles, destacando las condiciones que les son ventajosas, entre ellas las especialidades que han marcado su carrera sacerdotal.
Unos se han destacado como teólogos, otros en la diplomacia vaticana, unos más han sobresalido en la administración pontificia, pero de un cardenal italiano apuntan los vaticanistas que no ha realizado nada de lo anterior, sino que su grandeza radica en ser párroco, en servir directamente a la feligresía.
Se trata de monseñor Matteo Zuppi, 69 años, arzobispo de Boloña y presidente de la Conferencia Episcopal Italiana. Ha sido definido como “un párroco expandido”, y de él dicen periodistas establecidos en Roma “que conoce el nombre de los sintecho de su barrio tanto como los vericuetos del Vaticano”. Es como la contraparte de Pietro Parolin.
El cardenal Parolin, de 70 años, y Zuppi fortalecen la tendencia al regreso de un italiano al trono de san Pedro. Como ha sido el secretario de Estado del Vaticano durante doce años, Parolin acumula gran experiencia en los asuntos eclesiásticos, aunque no tanta en las comunidades eclesiales.
El cardenal filipino Luis Antonio Tagle, de 67 años, ha hecho fama como predicador, profesor y evangelizador. La posición de prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, le ha permitido situarse en la vanguardia de la expansión misionera de la Iglesia en Asia y África. Fue arzobispo de Manila.
Lo más deseable es que el próximo miércoles, cuando el cardenal indio George Jacob Koovakod, de 51 años, cierre las puertas de la capilla Sixtina, sea el Espíritu Santo, y solo Él, quien accione sobre las mentes y las conciencias de los 133 cardenales electores y puedan escoger al más sabio y piadoso. Para el bien de la Iglesia.