Opinión

Pasividad y movilidad

Pasividad y movilidad

Siempre se ha afirmado que la juventud es la que motoriza las transformaciones de los pueblos.

Las casi dos décadas que lleva el segundo milenio ha traído a República Dominicana un inevitable aislamiento de los jóvenes en asuntos sociales y políticos.

Debo decir que -hace varias semanas- la Federación de Asociaciones de Profesores de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (FAPROUASD) promocionaba una marcha al Congreso Nacional para exigir que los legisladores aumentaran cinco mil millones de pesos a la Primada de América para el próximo año.

De repente, una joven empleada de la Secretaría General me observó que -el tipo de música que empleaban los organizadores de esa marcha- no era el apropiado para atraer a los estudiantes de las presentes generaciones.

Con gran ahínco, esa alumna de publicidad me reflexionó apuntándome “ustedes, los de los años ’70, desconocen que la mayoría de jóvenes no sabe quiénes eran Mercedes Sosa, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Alberto Cortez, Los Guaraguao, Víctor Manuel, Soledad Bravo, Ramón Leonardo, Jorge Cafrune, Atahualpa Yupanqui y otros”.

Siguió diciéndome “a la juventud de hoy día hay que ponerle música de Pavel o Junio Lora para entonar con ella y ustedes puedan abrir un canal comunicacional para integrarla a la lucha y así cambiar el actual estado de cosas”.

Posteriormente a esa experiencia, mientras visitaba a los amigos que mantengo en mi querido barrio de Gualey, hube de hablar con varios de ellos y unos que otros sobrinos míos sobre las cosas que interpretan se deben hacer para alcanzar su integración al proceso de concienciación y lucha del pueblo dominicano.

En una primera fase, mostraron su identificación con esos objetivos, pero criticaron el imperdonable ejemplo personal que dan muchos dirigentes de las organizaciones políticas, sociales, religiosas y comunitarias.

Aseguran que ese liderazgo actual no merece ninguna confianza debido a la irrefutable práctica corrupta con que manejan esas instituciones.

Otra muestra muestra del deterioro del quehacer social y político del país, podemos encontrarla en el Metro de Santo Domingo y escuchamos a los jóvenes y personas adultas que utilizan ese servicio de transportación.

El Nacional

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