Opinión

Plaza de la Bandera

Plaza de la Bandera

Uno de los monumentos más impresionantes con que cuenta nuestra memoria nacional es La Plaza de la Bandera que le rinde el merecido homenaje a nuestra insignia tricolor, musa de nuestra nacionalidad y del espíritu patrio. Originalmente bautizada como Plaza de la Independencia cuando fue inaugurada en 1978 diseñada por el arquitecto Christian Martínez y construida por el ingeniero Andrés Gómez Dubriel a un costo de 40 millones de dólares, consta de una imponente cruz en mármol que desde lo alto identifica y recuerda el centro de nuestra bandera dominicana, el Arco del Triunfo localizado en el centro en cuyo tope ondea la bandera dominicana y en sus laterales se encuentran dos ángeles que representan la gloria y el honor; al centro bajo el arco hay una gran escultura de Juan de Avalos y Taborda que simbolizan la Madre Patria que protege y sostiene al soldado que dio su vida por defenderla.

Localizada en la rotonda de la intersección de la Ave. 27 de Febrero y la Ave. Gregorio Luperón está expuesta completamente captando la atención de miles de personas que transitan a diario por ese perímetro donde se encuentran importantes edificios gubernamentales como el Ministerio de Defensa, Instituto Agrario, Instituto de Estabilización de Precios (INESPRE), Tribunal Constitucional y la Junta Central Electoral. Su Santidad el papa Juan Pablo II ofició la primera misa que un pontífice romano celebrase en tierra americana el 26 de enero de 1979 cuando visitó nuestro país proyectando esta insigne plaza a nivel mundial.

En esta misa El Papa tuvo de frente el cuadro original de la Virgen de la Altagracia trasladado especialmente desde la Basílica de Higuey para la ocasión. Los años y el descuido fueron deteriorando este monumento hasta que en 1997 fue finalmente rescatado y reinaugurado el 14 de febrero de 1997 como Plaza de la Bandera en sustitución de Plaza de la Independencia, como se llamaba originalmente, reconociendo la importancia de mantener vivos los símbolos nacionales y devolverle el sentido original que fue ser la tumba del soldado desconocido.

En los últimos días este insigne monumento frente a la Junta Central Electoral ha sido centro de atención y atracción de la opinión publica ya que el mismo ha convertido en sede de las manifestaciones pacíficas, espontaneas y determinadas de miles de jóvenes que han unido sus energías para reclamar y protestar por la suspensión de las elecciones municipales del pasado 16 de febrero, por la defensa de nuestra democracia y para decir a la clase política tradicional que la voz silente ahora grita y que el gigante dormido ha despertado.

La Plaza de la Bandera ha sido testigo en plena celebración del mes de la Patria que a raíz de la crisis electoral acontecida el espíritu de Juan Pablo Duarte está vivo en el corazón de nuestra juventud y en el alma nacional.

El Nacional

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