Opinión

PRECISAMENTE

PRECISAMENTE

Vivimos bajo los imperativos de una sociedad, cada día más superficial. Así, en un contexto social se extinguen los valores, erróneamente justificados como consecuencia del cinismo económico de la mundialización. El conjunto de medidas de austeridad que desde hace poco dispuso el presidente Danilo Medina, exige todo el vigor de una disciplina económica que rompe el culto al ego.

Ese compromiso, si se cumple, le ganará a Medina y su gobierno el apoyo de los sectores más sanos de país. Desde otro ángulo, y por la experiencia a lo largo de la historia, pregunto: ¿Estamos consagrados a una hipocresía cotidiana?

En política reina la mentira, y la gente aprende a acomodarse a ella. Es como si formara parte del juego.

En un mundo que siente la presión de la celeridad, muchos se contentan con decir que no pasa nada, que el mercado es próspero y los valores de la nueva economía son igualitarios. No obstante, eso suele quedarse en el terreno de lo virtual… y puedo asegurar que no es así de mágico.

Nos lamentamos más de las malas condiciones de vida. Hoy, el que gana es el que se hace con las nuevas oportunidades y a menudo, con mayor celeridad. Del mismo modo que existen patologías individuales, existen patologías colectivas.

Pero, no se puede olvidar al ser humano y dejar de un lado su dignidad. Este llamado del presidente es un aviso. Urge prestar atención.

En líneas generales, nadie quiere ser responsable de nada. Todo el mundo pretende cargar la responsabilidad a otros. Para resistir la fuerte precariedad de la crisis económica, la prevención eficaz es una buena inversión.

Me pregunto: ¿Está tan claro que esta ”prevención” alcance sus resultados a largo plazo?

Responda usted, amigo lector.

El Nacional

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