Mejor Competitividad
El uso de la palabra competitividad ha devenido en recurrente dentro del discurso de los hacedores de políticas económicas, particularmente en los que diseñan las acciones en materia de comercio exterior, pero más que una palabra integrada por 14 letras conviene saber que la misma representa una meta a la que toda economía debe aspirar.
Mejorar la productividad y la competitividad debe ser el norte de todo país, sobre todo si es de economía subdesarrollada, pues ambos conceptos no tendrían la mayor trascendencia si no se asocian al incremento de la capacidad exportadora del país.
Competitividad (costos de producción y calidad en el bien final) y productividad (aplicación de tecnología para reducir el tiempo en la elaboración de la mercancía) son dos caras de una misma moneda: la obtención de una mayor inserción dentro de la economía global.
Si una empresa logra producir determinado bien o servicio a costos inferiores y con la calidad debida en comparación con su similar de otra unidad productiva, entonces la meta competitiva ha sido alcanzada. Se trata de producir con costos menores y buena calidad, a los fines de vender esas mercaderías a precios atractivos, tanto en los mercados internacionales como en el mercado interno.
Ahora bien, ¿cómo ignorar que la política económica exterior de un país se encuentra sometida a fuertes presiones generadas por la existencia de factores internacionales que condicionan la toma de decisiones en materia de políticas públicas?
Téngase en cuenta que dentro de escasamente dos días ascenderá las escalinatas de la Casa Blanca, sede del gobierno de Estados Unidos, un nuevo gobernante: Donald Trump. Porque se aproximan vientos de cambios dentro de la economía norteamericana y a nivel global.
El mundo vive una nueva fase dentro de su comportamiento económico. Que no se trata de futuro, sino de presente. Ocurre que la economía global pasa en la actualidad por el filtro de la información y el conocimiento. Porque ningún país podría insertarse dentro de los grandes flujos productivos, comerciales y financieros sin que haga uso y aprovecho de los avances tecnológicos de la información.
Además, muchas de las decisiones económicas que se toman en determinadas instancias institucionales del escenario mundial (pensemos en el Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, Organización Mundial del Comercio, entre otras) suelen determinar la adopción de políticas económicas nacionales.
Que no se trata del adiós a las políticas nacionales para impulsar el desarrollo económico y social, sino de tomar conciencia de la nueva realidad mundial, pues las relaciones externas tienden a condicionar las políticas internas y a establecer el margen con que cuentan las autoridades nacionales para enfrentar problemas propios de cada uno de los países.
Se reconoce que la política exterior suele expresar la política económica interna, pero en esta fase de la economía global su diseño está matizado en grado sumo por condicionantes internacionales, los cuales expresan la búsqueda de mayores niveles de productividad y competitividad en la creación de los bienes y servicios que demandan los consumidores.
El Estado tiene mucho que hacer todavía para estimular los procesos de renovación tecnológica por parte del sector privado en busca de una mejor competitividad.