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¡Que vivan los sueños…Luchemos por alcanzarlos!

¡Que vivan los sueños…Luchemos por alcanzarlos!

Constitucionalistas en una vigilia nocturna frente al Palacio Nacional el 24 septiembre de 2021.

Todos soñamos. Muchos nos olvidamos de los sueños. Algunos como Segismundo, aquel personaje de Calderón de la Barca en la “Vida es sueño”, terminamos frustrados, al no alcanzar los sueños y, al final, como él, terminamos diciendo: “Y los sueños, sueños son”. Bueno, cuando esa es la conclusión, podemos terminar la vida muy desilusionados y, diría yo, hasta frustrada. Eso es fatal.

Prefiero a Pablo Neruda cuando decía: “Confieso que he vivido”. Esta frase nos refleja una vida de luchas por alcanzar los sueños. Nos habla de un personaje satisfecho. De alguien que, a decir verdad, caminó, corrió, vivió y luchó, para conseguir sus sueños. Llegando a sus últimos años pregonando lleno de satisfacción: “Que buena es la vida”. Logrando así, contagiar a muchos, para luchar y seguir siempre adelante, venciendo, con persistencia, todos los obstáculos posibles.

Bueno, como todos, yo también he soñado.

El viernes 24 de septiembre último, una representación de militares y civiles de la revolución constitucionalista, hicimos una vigilia frente al Palacio Nacional. La  iniciamos a las diez de la noche, hora en que el coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez llegó al palacio aquel aciago día en que se urdía la trama final, para derrocar el gobierno del presidente Juan Bosch en la madrugada de esa noche de 1963.

Quisimos estar esa noche ahí, cincuenta y ocho años después, para recordarle al pueblo dominicano que ese día comenzaron los problemas de corrupción, narcotráfico, violencia, delincuencia e inseguridad que hoy padecemos.

Cuando después de la media noche retorno a la casa, me doy un buen baño, y me acuesto. No había puesto bien la cabeza en la almohada cuando comienzo a soñar.

Comencé viendo los rostros marcados por los años de mis compañeros que una vez disfrutaban de una juventud puesta al servicio de la patria, como esa noche, a pesar de los años sonreían y aplaudían, con la alegría de sus años mozos, cuando decíamos, por ejemplo, que solo con la educación del pueblo, la aplicación estricta de la ley y los buenos ejemplos cívicos de los líderes, funcionarios, padres y maestros, nos salvaríamos de la corrupción, la impunidad y sus secuelas.

Entonces, como ocurre en los sueños, de repente voy montado en unos sancos muy altos, tan altos, que podía caminar por encima de las montañas. En una de esas montañas alcanzo a ver una casa grande. Cuando acerco más la vista, veo que hay varias reuniones, una en cada habitación.

En una estaba el Ministro de Educación reunido, con el Presidente de la Junta Central Electoral y el Presidente del Tribunal Constitucional, discutiendo un programa de educación ética, cívica, patriótica y de conocimiento del manejo del Estado, como lo manda el artículo 34 de la Ley 33-18. Cada uno daba su mejor opinión, para lograr llevar ese programa a todos los partidos, para que estos lo aplicaran a toda su dirigencia y militancia, a través de cada dirección regional, municipal, en los distritos municipales, secciones, parajes.

El objetivo que discutían era lograr que, para las próximas convenciones, cada miembro y simpatizante de los partidos, pudiera tener la conciencia suficiente, para depurar antes de votar por candidato alguno. Aquel momento fue grandioso.

La frase “confieso que he vivido” de Pablo Neruda refleja una lucha por alcanzar los sueños

Salto en mi sueño, y veo que en todos los partidos, agrupaciones, movimientos políticos, escuelas, liceos, universidades, juntas de vecinos del país y medios de comunicación se están enseñando y discutiendo el programa de educación que se había elaborado en la primera casa que en mi sueño vi.

Cuando continúo alegre y feliz mi sueño, caigo en el día de las elecciones. Allí veo personas de todas las edades ejerciendo el sufragio en completo orden. Todas las personas que estaban en los alrededores de los recintos de votación, conservaban la distancia que exige la ley.

Lo más sorprendente  que vi fue, que  las valijas de los que sobornan en cada una de las elecciones, estaban llenas. Nadie aceptaba un peso para votar. Todos los votantes estaban a una: Elegir libremente a los mejores candidatos y candidatas, para que se acabe la corrupción, la impunidad, y desaparezca, la delincuencia y retorne la seguridad ciudadana. ¡Que vivan los sueños…luchemos por alcanzarlos…Y punto.

Por: Andrés Fortunato Victoria / andresfortunato48@hotmail.com

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