Ante el evidente fracaso de todos los proyectos que se han elaborado para enfrentar los feminicidios, el Ministerio de Interior y Policía ha optado por explorar con otras instancias lo que definió como una ruta crítica para al menos reducir la conmovedora violencia machista.
Los últimos casos testimonian que los feminicidios son una plaga que jamás se combatirá con llamados, amenazas con incrementar las penas ni ningún tipo de respuesta represiva, sino a través de una eficaz política de prevención.
La proliferación de muertes y agresiones físicas y emocionales a la mujer plantea, entre muchas otras lecturas, que el doloroso drama tiene unas profundas raíces sociales que las autoridades tienen que ponderar con la mayor atención.
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El hecho de que muchos homicidas también se suiciden transmite el mensaje de que a los feminicidas no les importa su vida, sino la de sus víctimas.
El encuentro promovido por la ministra de Interior y Policía, Faride Raful, con otras instancias indica que las autoridades no están con los brazos cruzados solo condenando y lamentando las muertes.
En el encuentro con la Procuraduría General de la República, los ministerios de Educación y de la Mujer, así con otros organismos han debido abordarse todos los elementos que inciden en una epidemia que conmueve tanto a la población.
Tal vez sea necesaria la salvedad de que bastan las explicaciones, las teorías y hasta las cuestionables estadísticas. Si se va a elaborar un plan, tiene que ser eficaz, además de práctico en su ejecución.