La propaganda electoral, que todavía no ha sido retirada de cables del tendido eléctrico, postes y paredes, no solo atenta contra el ornato de varios sectores, sino que es un censurable descuido.
De la misma manera que ordenaron colocar sus afiches en diferentes lugares, los candidatos a diputados y senadores han debido ser los primeros en mandar a retirarlos una vez terminada la campaña electoral.
Pero en lugar de candidatos y partidos la labor tendrá que efectuarla el Ayuntamiento del Distrito Nacional o los propios vecinos.
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La permanencia de la promoción proselitista es un acto de irresponsabilidad de sus patrocinadores. Calles de sectores como Villa Juana, La Fe y Villa Consuelo están inundadas de afiches de candidatos de los partidos mayoritarios. Existen hasta afiches de candidatos a regidores en las elecciones municipales de febrero.
El asunto de la propaganda tiene sus lecturas. Los candidatos electos olvidan los compromisos y los perdedores abandonan la promoción como castigo. Pero cualesquiera sean las razones habla mal de los candidatos que no han retirado los afiches con que inundaron calles y sectores durante la campaña electoral.
Como se tiene entendido que la ley municipal castiga embarrar la ciudad el Ayuntamiento debe por lo menos denunciar a los candidatos que la inundan de propaganda proselitista, con su consecuencia para el ornato y la seguridad.