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Semana Santa

Semana Santa

Orlando Jorge Villegas

Luego de que el emperador romano Constantino El Grande colocara fin a la persecución de los cristianos, mediante el Edicto de Milán, en el año 313 A.D., el cristianismo inició un proceso de formalización, pasando de pequeñas comunidades clandestinas, a un formato más organizado e institucional, teniendo a Roma como la sede del Papado, y cuatro Patriarcados que seguían en la jerarquía del orden eclesiástico: Constantinopla, Jerusalén, Alejandría y Antioquia.

La madre del emperador Constantino, la emperatriz Santa Helena, inició una serie de recorridos a Tierra Santa, donde se había desarrollado la vida de Jesucristo. Ella, a diferencia de su hijo, si abrazó la fe cristiana de inmediato, y gracias a su ferviente devoción, celebramos muchas de las tradiciones de la Iglesia Católica en Semana Santa. Importante destacar que, para la época clásica, aún no existían divisiones formales entre los cristianos, como lo fue el Gran Cisma de 1054.

La emperatriz tuvo la iniciativa de rescatar muchos de los lugares sacros que hoy visitan los peregrinos en Jerusalén. Desde la construcción de la iglesia de la Natividad en Belén, hasta la del Santo Sepulcro, fueron ordenadas por el emperador Constantino luego de que su madre realizara un arqueo con el obispo de Cesárea, Eusebio, de las locaciones de la vida de Jesús.

Los textos litúrgicos e himnos que hoy conocemos en Semana Santa, se deben en gran a medida al obispo Cirilo de Jerusalén, quien en el año 350 AD, inició una serie de celebraciones para la Cuaresma, la Semana Santa y la Pascua, en los diferentes templos cristianos levantados por Constantino y Santa Helena.

Con el suceder de los años, los peregrinos iban a acompañar las celebraciones de Cirilo en Jerusalén. La iglesia del Santo Sepulcro era el centro de la liturgia. Llegaban para el Domingo de Ramos, donde procesionaban en la tarde desde el Monte de los Olivos hasta el referido santuario.

Los jueves asistían a la Eucaristía al mediodía, y en la medianoche volvían al Monte de los Olivos para caminar rezando al templo, haciendo paradas por los lugares donde se efectuó la Pasión de Cristo, y en ellos leyendo los versículos del Evangelio que referían a dichos momentos. De ahí nace el Vía Crucis.

El viernes realizaban distintos ritos para conmemorar la muerte de Jesús. El sábado en la noche, la vigilia Pascual iniciaba con el bautizo de los catecúmenos (personas que se preparaban para recibir el bautismo cristiano), y luego se realizaba la Misa gloriosa de la Resurrección. Finalmente, el domingo, acompañaban al obispo Cirilo, a celebrar una segunda Eucaristía, en la Tumba de Cristo.

El Nacional

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