La historia es la madre de la política, estableció Nicolás Maquiavelo hace más de 500 años. La historia enseña infaliblemente que la valoración de un legado, dependerá siempre de la construcción de la narrativa de los ejércitos vencedores y los partidos que asumen el poder. He pensado mucho en el presidente de la República, Luis Abinader, pues a pesar de su honestidad y sus grandes esfuerzos a favor de la República Dominicana, podría ser que su legado se desmorone en el tiempo si no asume como líder una postura enérgica a la luz de la realidad política.

El presidente deberá despojarse de algunos aduladores y comprar un ‘’dispositivo inteligente’’ que le diga lo que otros le ocultan. Estoy seguro que ese pequeño artilugio dirá a sus oídos: ‘’ presidente, apueste a usted, a la historia, a su legado, a sus descendientes que por cientos de años tendrán que escuchar la valoración de sus dos periodos de gobierno’’.

‘’ Presidente, ese taller estratégico podría servir para cualquier cosa, quizás para sacar de agenda momentáneamente los temas preferidos de la oposición, pero jamás para la elaboración de una estrategia efectiva, de acuerdo a las exigencias científicas que la misma demanda.

Presidente, ninguna estrategia puede estar divorciada de la realidad política, y la realidad política es que el ansia de poder y la campaña a destiempo de los funcionarios aspirantes a la candidatura presidencial, obstruyen sus iniciativas progresistas y sólo usted puede detener esas luchas intempestivas.

‘’ Presidente, nadie ha cambiado la naturaleza de la política. Es la lucha por el poder y el prurito de mandar, la búsqueda de la gloria, aunque cueste un océano de sangre.

Por: Ramón Rodríguez
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