Opinión

Una marca preocupante

Una marca preocupante

La madrugada del primero de enero, en una comunidad rural de la Provincia Sánchez Ramírez, Beiris Mercedes Ventura Mosquea, de 25 años, fue estrangulada por Fermín José Colón, de 45, quien luego se quitó la vida, cortándose las venas. Sus cadáveres fueron encontrados por familiares de la víctima quienes refieren que discutían frecuentemente por celos.

Ese mismo día, Daisy Rosanna Guzmán, después de correr varias cuadras en el sector Mella, Cienfuegos, de Santiago, resultó muerta de un balazo por su ex concubino Danny de la Cruz Reynoso (El Capi), de 31 años de edad, de quien llevaba separada varios meses.

El 2 de enero, en la comunidad de Padre las Casas, de Azua, cayó abatida Mariana Rosado Galván, de 30 años, al recibir un tiro de chilena, por parte de su concubino José Francisco García Delgado.
El 5 de enero, la Sargento de la PN, Carolina Rijo Reyes, de 34 años, fue ultimada de tres disparos por su ex esposo, Joaquín Omar Soto Trinidad, Sargento desertor de la Armada de la R. Dominicana, hiriendo además a Ingrid Berenice de la Cruz, de 33 años, quien acompañaba a la víctima. El hecho comentado ampliamente por la prensa, ocurrió en el patio del Juzgado de Paz del Sector El Farolito del ensanche Ozama, en Santo Domingo Este.

El 8 de enero, en el sector Los Cartones de Dajabón, Nana Jean, de 18 años de origen haitiano, fue asesinada de un cartuchazo de escopeta calibre 12, por Ramón de los Santos Castillo, de 26 años, quien se suicidó de un disparo en la cabeza una vez cometido el feminicidio.

Es el funesto registro de los primeros 8 días de este 2016 en nuestro país, donde la violencia basada en el género contra las mujeres, con alcance regional preocupante, al parecer solo impresiona en las fechas emblemáticas a quienes manejan el país. Ha sido siempre así, al punto que no existe en R. Dominicana, un plan de gran inclusión para prevenirla.

En los cinco feminicidios de los primeros ocho días del año, mujeres jóvenes, en edad de producir y reproducir, fueron víctimas fatales de violencia doméstica, ejecutadas por parejas o ex parejas, normalizada hasta por las autoridades ubicadas en la ruta que recorren y también por el imaginario. Una violencia que pudiera ser prevenible.

Declarar a 2016, como Año Nacional de la Vivienda, no es mayor prioridad en este país que la violencia dirigida a las dominicanas por ser mujeres. Hace mucho que se solicita inútilmente, un año de reflexión y acción nacional sobre la suerte de nuestras mujeres.

El Nacional

Es la voz de los que no tienen voz y representa los intereses de aquellos que aportan y trabajan por edificar una gran nación