Ahora que el trabajo realizado por el Banco Central puede considerarse como hazaña comparable a la de verdaderas escuelas del pensamiento económico; que parece, pues, el fruto de una voluntad extraordinaria comparable a la que otros consumaron en grandes economías y grandes crisis, siempre, desde luego, guardando las distancias, todo un enjambre de buenos economistas que daban a Valdez como responsable de los males, hoy lo reconocen.

De detractores a apologistas. Tal vez bastaría con decir, para subrayar plenamente su mérito, que las manifestaciones orales y escritas de Aristy Escuder, Dauhajre, Martínez Moya y otros que comparten funciones públicas en el Gobierno con el gobernador del Banco Central, son de todas las que hemos venido observando, las más representativas. Implican un verdadero homenaje al modelo “valdeciano”.

Y es que esta gente en su momento de excitación opositora tenía la intención que la población entendiera la política económica del Banco Central como un peligro para la nación. Toda una visión catastrofista y de alarmismo social buscando la ebriedad de la calle por motivaciones políticas.

Sin embargo, Valdez ha seguido impertérrito, se ha pasado su vida estudiando economía; es doctrinalmente progresista; con fuertes convicciones. El compromiso con la realidad de un intelectual económico con los pies en la tierra. Con una virtud: sus críticos no los convierte en sus enemigos.

La economía le es familiar, y por demás creció y se desarrolló en el Banco Central. El mayor testimonio de esta representación es el ofrecido por el reconocimiento de organismos e instituciones especializadas extranjeras, y el más honroso otorgado por el Senado con la presencia del presidente Abinader.

Los ecos de aquel tremendismo vinieron a apagarse cuando la realidad y el renombre de Valdez está ya sólidamente establecido por la aprobación colectiva del pueblo dominicano.

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