Con la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que se limita a imponer sanciones y un embargo de armas a los grupos violentos en Haití, descartándose de plano una intervención armada en el empobrecido país, caen estrepitosamente derrotadas las posiciones indebidas, absurdas, letales, groseras, antipatrióticas y guerreristas, asumidas por el presidente Luis Abinader, el canciller Roberto Álvarez, el representante de la ONU Mauricio Ramírez Villegas y el presidente del Instituto Duartiano, Wilson Gómez, quienes propugnaron por una intromisión militar en la nación vecina.

El presidente Abinader se pasó todo este tiempo esgrimiendo ante la comunidad internacional que ayudara a Haití, para posteriormente y de forma contradictoria, clamar por el envío de tropas al empobrecido país ubicado en el occidente de la isla.

Pero Ramírez Villegas fue más lejos: De escribir decenas de artículos hablando de supuestos objetivos del milenio, de buenas a primeras se destapa pidiendo militares en las calles haitianas, escondiendo el desastre que produjo la intervención de la MINUSTAH.

Lo de Wilson Gómez fue patético, pues de ser un representante de las ideas duartianas, tomándose en cuenta que el patricio nos legó la independencia de Haití, y luchó denodadamente en el invierno de su existencia en contra de la anexión a España, Gómez apoyaba el envío de tropas extranjeras a la patria del poeta Jacques Viau.

Pero si obseso y cerril fueron estos señores arriba descritos, lo de Roberto Álvarez evidencia que no estamos representados internacionalmente en el contexto actual.