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Vivos y ¿matados?  o vivos  y  ¿muertos?

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En cada barrio de Santo Domingo y las demás  ciudades aparece quien venda pollo.  Los productores los venden “en pie”, vale decir vivos, mientras los distribuidores los ofertan de esa forma, como también “preparados”, es decir muertos, que es lo contrario de vivos.

Pero nadie admite que vende  pollos muertos. A menudo  encontraremos  el letrero: “Se venden pollos vivos y matados”.  Las palabras antónimas –como las sinónimas-  han de observar la misma categoría gramatical de su relacionada. Es decir  el antónimo de un  adjetivo es otro adjetivo;  el de un sustantivo otro sustantivo y el de un verbo, otro verbo.  Ejemplos:  gordo-flaco, vivo-muerto. Amor-odio. Grabar-borrar.

Lo contrario de vivir no es matar, sino morir. Matado es el participio del verbo matar, que sirve sobre todo para formar el pasado compuesto: Han matado decenas  de personas./ Yo no he matado a nadie. / ¿Quién ha matado a este hombre?

Un intelectual que disfruta de mi aprecio, pero que no vende pollos ni vivos ni muertos,   refería  recientemente en un artículo a propósito de un hecho: Lilís había sido muerto.  En realidad, Lilís había muerto. O Lilís había sido matado. ¿Quién ejerce la acción de morir? Nadie muere a otro, al menos gramaticalmente, pues el  verbo morir no admite voz pasiva.

Morir  significa dejar de vivir,  lo cual no  conlleva  necesariamente que la persona o animal haya sido matado.  Matar es provocar la muerte.  Las academias de la lengua, en su Diccionario de dudas,  señalan que cuando  se usa  el participio de morir, que es muerto, en voz pasiva,  se le está dando el mismo significado de matar y se usa su participio matado.

Cuando los periodistas informan que: “Dos personas fueron muertas anoche en el ensanche Ozama”, están  diciendo que “fueron matadas”.  Es como para disminuir la crudeza de la palabra matar. Pero los polleros, que no han estudiado publicidad ni mercadeo, prefieren para su producto  la palabra matado, aunque  erosione  la relación semántica  con la otra palabra, que es vivo.  Es lógico presumir que el interés de preservar su negocio le aconseja no vender pollos matados.

Hay  antónimos graduales, que  son aquellos en los que  dos palabras  pueden establecer una gradación. Entre blanco y negro puede haber gris. Aunque grande y pequeño son contrarios, entre ellos algo puede ser mediano. Por igual entre  lo bueno y lo malo está lo  regular.

Los antónimos recíprocos   ocurren  cuando  la existencia de un término implica, necesariamente, la del otro: padre – hijo, comprar– vender. Los  antónimos complementarios   no admiten grados o niveles. Ejemplo: se está presente o se está ausente, se es hombre o se es mujer,  se está vivo o está muerto.

El Nacional

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