Opinión

Perdón y vergüenza

Perdón y vergüenza

En ninguna de las otras giras que el papa Francisco ha realizado por la región el ambiente ha estado tan picado como la que desde el lunes efectúa a Chile. Al menos seis templos católicos fueron atacados con explosivos en plena capital por desconocidos que se oponen a la presencia de Su Santidad en la nación austral.

Chile es precisamente el país de América Latina donde, según una encuesta de la firma Latinobarómetro, se tiene la peor valoración sobre el pontificado del argentino Jorge Mario Bergoglio. Pero, por ahora, no ha ocurrido nada que lamentar y, en un gesto conciliatorio, Su Santidad confesó “dolor y “vergüenza” por los abusos sexuales cometidos por el clero chileno.

A sabiendas de que su imagen no es muy venerable en Chile, en parte por su inclinación con el reclamo de Bolivia de una salida al mar, que perdió en 1883 durante la Gerra del Pacífico, en la que también participó Perú, la agenda que ha desarrollado tiene mucho de diplomática. Desde el Palacio la Moneda señaló que era justo pedir perdón, al tiempo de afirmar que sentía “dolor y vergüenza” ante el daño irreparable causado a los niños víctimas de abusos de parte del clero.

Y más adelante instó a los gobernantes chilenos a escuchar a los pueblos originarios “frecuentemente olvidados y cuyos derechos necesitan ser atendidos y su cultura cuidada, para que no se pierda la identidad y la riqueza de la nación”.

En sus anteriores visitas, que comenzaron por Río de Janeiro casi al inicio de su Papado, el obispo de Roma ha contado con un ambiente propicio y un masivo respaldo a sus mensajes sociales y religiosos. No ha sido el caso de Chile, donde la atmósfera estaba tan picada, que además de las explosiones, en una muralla de un santuario se leía un letrero que decía: “Diez mil millones por el Papa y los pobres nos morimos en las poblaciones”.

La tensión se disparó al punto de que integrantes de un movimiento que agrupa a deudores habitacionales tuvieron que ser desalojados de una vigilia que montaron frente a la sede de la Nunciatura Apostólica, donde se aloja el Pontífice durante la visita que culmina mañana, para luego continuar a Perú. El papa Francisco, que ha marcado incluso una gran diferencia y devuelto poco a poco el liderazgo espiritual a la Iglesia, no es una amenaza ni merecedor del recibimiento de los grupos radicales chilenos. Lo ha vuelto a demostrar con sus mensajes.

Como constancia de sus sentimientos exhortó a los mandatarios a que no se conformen con lo que ya se tiene y se ha conseguido, sino que se tienen que seguir trabajando para atender las necesidades de la mayoría. Que la atmósfera bajara ha sido de gran aliento, pues el ambiente que se configuraba en la víspera de su sexta gira por la región planteaba por lo menos mucha inquietud. El Papa ha sabido también poner de su parte.

El Nacional

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