1.-Definitivamente alguien tendrá que regalarle a Hipólito el libro “El arte de la prudencia”, para que entienda que un dirigente político habla por su gente y que lo que piense o no piense a nadie le importa un pepino. Despacharse con una defensa de Loma de Miranda, es una insensatez, que le sirve en bandeja de plata al gobierno la oportunidad de convertirse en un héroe nacionalista, y de paso actuar en consonancia con lo que han estado manifestando las mayorías nacionales, entre ellas el Episcopado.
2.-Cuando hablo de mayorías nacionales no me refiero a las hordas de super valientes que asaltan los estrados o las naves de las iglesias, acosando a abogados y ciudadanos que consideran “traidores a la patria” y a los y las infelices que no se pueden defender, por ser los condenados de la tierra, los más pobres. Ser guapo con los mangos bajitos no es tradición de los buenos y buenas dominican@s, y ahí están Luperón, Manolo y Caamaño, Minerva y Mamá Tingó, para demostrarlo.
3.-Sustentar la critica a Vargas Maldonado en su falta de democracia interna para consultar las bases sobre lo que debe hacer o no el Partido Revolucionario y luego despacharse alegremente con una declaración no consultada, nos remite a la vieja afirmación de Hipólito de que los medioambientalistas solo quieren preservar las mariposas. Y ciertamente, las mariposas, los murciélagos, las abejas y los colibríes son quienes fecundan la tierra permanentemente, cuando no hay mariposas ¡asusténse!
4.-Hay que remitir a Hipólito a las estadísticas hospitalarias, algo que no hace ningún político. Entonces verá cuales enfermedades se desataron en Bonao y sus alrededores a partir de la minería abierta y contaminante de la Falconbridge y el número de muertes. También verá cuantos mueren de cáncer del páncreas y del hígado en Constanza, otra cifra de la que no se habla, por la fumigación indiscriminada de la agricultura a gran escala. Él, que es agrónomo, pero no ama la tierra, quizás así entenderá.
5.-He dicho y repetido que lo que me importa es el buen gobierno, no que grupos de políticos se alternen en el poder, como un mecanismo de enriquecerse y de enriquecer a los suyos, porque de eso se ha tratado hasta ahora. También he repetido que cuatro años apenas sirven para familiarizarse con un entorno y que un modelo que podemos implementar por ahora es el de los Estados Unidos: Dos períodos gubernamentales seguidos y no más reelección. Si eso hubiéramos hecho ni Leonel ni Hipólito estarían amenazándonos ahora con reelecciones indefinidas. El uno ya no nos hace reir con sus chistes, y el otro no nos convence ya con sus sofismas.