Si no es una estrategia de campaña puede ser lo que más se parece la forma en que el presidente Luis Abinader ha manejado la crisis por la construcción en Haití de un trasvase del río Masacre.

Mientras en una suerte de gesto patriótico llama a la oposición a unirse en defensa de los intereses nacionales, al mismo tiempo la descalifica durante un acto proselitista con la advertencia de que “Ni van, ni vuelven; ni vuelven, ni van”.

Al hacer un recuento de sus ejecuciones, Abinader exhibió su sable al resaltar que las obras han sido posible porque los recursos se manejan con transparencia y eficiencia y no con la oscuridad que atribuyó a pasadas gestiones.

Con esos dardos, difíciles de atribuir al calor del momento, el mandatario solo podía obtener respuesta frente a la crisis con Haití como la externada por el candidato presidencial del PLD, Abel Martínez. Este le pidió que se apartara del conflicto y que designara una comisión que explorara una solución.

El candidato de Fuerza del Pueblo, Leonel Fernández, fue más ecuánime al solicitar a Haití que detenga la construcción de la polémica obra.

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El mandatario había pedido a la oposición deponer las diferencias en favor de la unidad en defensa de los intereses de la nación.

A pesar de lo compleja de la crisis con Haití no parece que la oposición facilitará que el Presidente, que tanto acaricia como muerde, pueda alzarse con todos los créditos a nombre de los intereses nacionales. E incluso de lo que es más.