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Acción de gracias

Acción de gracias

Chiqui Vicioso

La noche del jueves, aquí en República Dominicana, fue una noche cualquiera para cualquiera que no haya vivido en Nueva York y sepa lo que significa esta fecha en los apretujados apartamentos o casas de la Gran Manzana.

La preparación para la fecha comenzaba yendo con mi madre a comprar los sombreros que usaríamos ese día y las capas, o coats, que siempre eran color verde manzana o rosado viejo.

A mi madre le encantaban los desfiles de la gran tienda Macy’s, con sus huevos gigantes, pavos danzantes y flores y hojas de otoño.

Desfile obligado, como el de la primavera al que también íbamos con sombrero, como al desfile del Día de San Patricio, vestidas de verde, en solidaridad con los irlandeses; o a la fiesta de San Genaro, el santo italiano que tanto aparece en las películas del Padrino.

Eran días felices e irrepetibles y no lo sabíamos, alrededor de una mesa vacía donde falta ella, la madre fundamental, con su pavo y sus cremas y mermeladas, y su inmensa alegría, porque su familia se sentaba alrededor de la mesa y podía hacer alarde de sus dotes culinarias.

La vejez es cargar en el corazón estas memorias y no saber qué hacer con ellas desde por la mañana hasta esta hora en que puedo articular sin llorar estas palabras que son solo mías.

La vejez es esta carga de momentos sobre el corazón desde que amanece y comenzamos a dar gracias por la vida, aunque esta vida que nos ha dado tanto tanto nos quita.

Nos estamos quedando solos dijo Fidelio, preparando su discurso para la plaza que se inauguraró en Santo Domingo Este con un busto de Manolo, el hermano de cuya pérdida nunca se ha recuperado.
¿Qué digo que pueda tocar el corazón de los jóvenes?.

Que Manolo fue joven, que le encantaban las muchachas, bailar, dar serenatas, que era un buen estudiante, pero un día algo rompió la campana de cristal bajo la cual vivía y nada volvió a ser igual, y la mierda cubrió el busto de Trujillo en la polvorienta y bella ciudad de Montecristi, eterna, como memoria entre nebulosas, imagen de tiempos que nunca se han ido.

Diles que si ellos no recuperan su futuro imaginado, no se sacuden de la modorra en que los sumergen las redes sociales y el consumo desmesurado de bienes, drogas, aspiraciones que al final nada llenan y no te sacian la sed de infinito, no tendrán futuro como generación de relevo, y sus hijos heredarán lo que es hoy ya el infierno de otros países, donde la gente se divide y agrede, porque no soporta le felicidad de los otros.