Porque: “El sabio puede cambiar de opinión. El necio nunca”
Tanto en la vida privada como en la política, y más, cuando los líderes o dirigentes -que no es lo mismo- son tiránicos o aspirantes a serlo, tienden a confundir en demasía y exigir mucho más la llamada lealtad.
Adicionando a esto, que la misma debe de ser total, sin ambigüedades y sobre todo lo anterior, que la misma sea servil.
Por igual debemos saber, que dentro de la misma quedan establecidas determinadas categorías, donde la primacía está en la familia, en los clanes más próximos que forman, sin dejar atrás el partido. Para quien tenga alguna duda sobre esto, solo tenemos que hurgar, aunque muy poco, en las dos últimas décadas que dan veracidad a lo antes expuesto.
Clanes, familias y partido, las bases sobre las cuales está fundamentada nuestra maltrecha democracia. Y por más cosas indelicadas que hayan pasado, nuestros políticos continúan caminando por la misma senda, mientras el pueblo se convierte en una miseria, no solo en el término económico, sino en otro que es peor y que lo condena por siempre a vivir postrado ante los hechos que cometen dirigentes y políticos, es decir, la miseria moral.
Esto es debido a que los políticos -al menos en nuestro medio- se consideran algo así como si fuesen una oración, donde ellos son el sujeto y los demás, el predicado, en resumen, un jefe y su complemento, que viene siendo el pueblo. A esto, por igual, podría llamársele; Esclavitud perpetua, ya que pasmados continuamos contemplando el estropicio que arman cuando no son complacidos en sus ambiciones personales.
Y es que, al este pueblo en inmensidad de ocasiones, haberse comportado cual “manyouk”, los políticos desconocen aquella frase famosa que reza; “muévete en silencio, el mundo sabrá sobre ti, cuando digas, Jaque Mate”, cosa esta que tampoco sería la primera vez que este pueblo se levanta con una fuerza tal, que pareciese nunca haber estado mancillado, que es lo que están haciendo los políticos desde hace mucho tiempo.
El pandillaje, otrora, era cosa de la plebe y que al esta subir de categoría, la ha irradiado a todos los niveles, incluyendo a todos o la gran mayoría de los que se autodenominan “Honorables”.
De muchos es conocido que es imposible desarrollar antídotos contra cualquier germen, sin estudiar primero las propiedades de la toxina, pero, ya conocemos muy bien el germen de la corrupción, sin obviar ninguna manifestación de la misma, al igual que las dictaduras e intentos de la misma, tanto a nivel general de dirección como en los partidos políticos y, sin embargo, no hemos logrado elaborar el antídoto en contra de esta peste o, quizás si la conocemos y no la aplicamos o lo hacemos a medias.
A propósito; ¿Cuántos políticos están encerrados por malversación de fondos públicos y el enmascaramiento que utilizan para ocultar esos hechos?
Y es que, con relación a esto y ya que somos tan dados a copiar o hasta aplebeyarse con el tigueraje de otros lares, muy bien podríamos en esta ocasión, parafrasear aquellas palabras de W. Churchill en la Segunda guerra mundial: “los primeros días de octubre no fueron el principio del fin, sino, el fin del principio”, es, precisamente, en lo que deberíamos estar en estos momentos cuando los principales involucrados en estos hechos, aparecen blindados por la posición que ocuparon.
Porque para no hacer no hay excusas y, si son honorables, mucho más, porque en la relación político-pueblo, cada uno conoce lo que hay detrás de las aparentes lealtades del segundo y los aparentes sacrificios de los primeros por los segundos. Expresado este hecho muy bien por JFK: “Lo que es mío es mío y, lo que es tuyo, es negociable”. ¡Sí señor!
Por: Rafael R. Ramírez Ferreira
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