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 Akihito, veinte años al frente de un humano Trono del Crisantemo

 Akihito, veinte años al frente de un humano Trono del Crisantemo

Tokio, (EFE).- El emperador de Japón, Akihito, cumple veinte años al frente de la dinastía más antigua del mundo, el Trono del Crisantemo, con frágil salud y rodeado de solemnidad, pero desprovisto del halo divino que tuvo su padre, Hirohito. Un 7 de enero de 1989 expiraba en Tokio a los 87 años, tras 111 días de penosa enfermedad, el último testigo de la II Guerra Mundial, conocido en Japón ya sólo como emperador “Showa” y que, cuando ascendió al trono en 1926, era considerado un dios sintoísta. Horas después su hijo Akihito se convertía a los 55 años en el 125 emperador de Japón o “tenno” (príncipe del cielo), puesto despojado de su carácter divino desde la derrota nipona en 1945 pero que mantiene intactos el ceremonial y la veneración de los nipones. Cuando acabó la guerra Akihito era un joven príncipe de 11 años, educado con severa disciplina japonesa, al que habían evacuado de Tokio por los bombardeos y escondido en las montañas de Nikko. Hoy, a sus 75 años recién cumplidos, es un anciano de salud delicada atendido en todo momento por un cuerpo imperial de mil funcionarios que, pese a su sonoro título de emperador, se limita a desempeñar funciones diplomáticas, sin ningún poder ejecutivo. “Es el símbolo del Estado y la unidad del pueblo”, sentencia la Constitución nipona sobre la cabeza de un Trono Imperial que se remonta al año 660 antes de Cristo, según el “Nihonshoki”, uno de los libros más antiguos sobre la historia de Japón (siglo VIII). Su papel es el de un monarca constitucional que sanciona los nombramientos oficiales y durante sus dos décadas de reinado, que se quedará lejos de los 62 años de Hirohito, ha visitado 23 países, entre ellos España, Brasil y Argentina.

El Nacional

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