La virgencita
Joaquín Sabina, el cantautor español que creció artísticamente emulando a Serrat, y que superadas las diferencias se juntaron y recorrieron toda Hispanoamérica con un espectáculo bellísimo dijo, hace un tiempo, cuando le cuestionaron que a pesar de todas sus aventuras amorosas, se encontraba sin pareja respondió, sabiamente: “Mientras tenga libros que desee y disfrute leer, no estaré solo”.
En estos días, que me encuentro lejos procurando restaurar la salud y buscando de tranquilidad emocional, que también proporciona salud, he estado acompañado de libros y encontré uno genial que se llama “Budismo para Dummies” (Tontos) que me adentró en la filosofía budista y especialmente en la corriente Zen que se desarrollaría en China, y posteriormente en Japón.
Hay una similitud entre el budismo y el cristianismo puro, el que practico San Francisco de Asís, a diferencia de la creencia divina, que no esta en el budismo, ambas se basan en practicar la humildad, servir a los demás y bajo ninguna circunstancia dañar a nada ni a nadie, incluyendo la naturaleza y los animales.
A propósito de eso busqué un libro del Dalai Lama, patriarca budista del Tibet: “El buen corazón: una perspectiva budista de las enseñanzas de Jesús”, pero el que encontré es “Con el corazón abierto” que en las páginas 50 y 53 dice: “Recurrir a la fe religiosa para potenciar los valores humanos es algo muy positivo. Todas las grandes religiones enseñan el amor, la compasión y el perdón…
En mis encuentros con el fallecido Thomas Merton recibí información de primera mano de la fe cristiana al igual que de un monje católico que conocí en el monasterio de Monserrat.”
Tomando en cuenta que este 21 es “Día de La Altagracia”, reflexionemos sobre lo imprescindible que es para alcanzar El Cielo o El Nirvana tener un buen corazón, ser humilde y servir al prójimo, que es por mucho: “algo más que salud”.