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El ambiente político en América Latina pronostica un panorama donde los denominados gobiernos progresistas estarían llegando a su fin. ¿Y si gana Donald Trump?
Brasil es el caso más reciente pero hay indicios de conspiraciones en Bolivia y en Venezuela, según denuncias de sus propias autoridades.
Evo Morales, presidente de la República de Bolivia, acusó a sectores del cooperativismo minero de patrocinar huelgas para derrocar su gobierno.
Mientras que los venezolanos están divididos entre quienes favorecen un referendo revocatorio para reducir el mandato del presidente Nicolás Maduro con elecciones anticipadas, y los que califican esa acción como plan conspirativo de la derecha de ese país.
De otro lado, el ex presidente de El Salvador, Mauricio Funes, se asiló en Managua, Nicaragua, bajo supuesta persecución política.
Está acusado de cinco delitos de corrupción aunque dirigentes del partido de izquierda Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) que lo llevó al poder entienden que es un acoso político.
También hay procesos abiertos por corrupción contra la ex presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, instrumentados pocos días después de iniciarse el mandato del actual presidente conservador Mauricio Macri.
Los negocios inmobiliarios de la señora de Kirchner que investiga la justicia argentina involucran a sus hijos Máximo y Florencia.
El Partido de los Trabajadores de Brasil decidió salir a las calles a protestar por el golpe de Estado contra Dilma Rousseff.
Sus principales dirigentes dicen que harán una oposición firme al gobierno del flamante presidente golpista Michel Temer, y a nivel internacional siguen los cuestionamientos al revés que ha sufrido la democracia brasileña.
Un golpe de Estado siempre trae consecuencias funestas para el país donde se materializa. Son heridas profundas y difíciles de cicatrizar, aunque se trate de maquillar un ambiente de tranquilidad, de aceptación al nuevo orden establecido.
La historia de América Latina ha sido acompañada de constantes turbulencias e interrupción del orden constitucional.
Es inmensa la lista de conspiraciones, golpes de Estado y de trapisondas contra el sistema democrático, en una tenaz lucha, muchas veces fratricida por alcanzar el poder.
¿Estarán en su etapa final los denominados gobiernos progresistas en América Latina?
La experiencia reciente de Brasil inquieta y hace pensar a muchos sobre la peligrosidad de retornar a los regímenes de fuerza en la región.
El problema de la democracia brasileña son sus políticos y la forma de conducir el Estado, escuché esa expresión en reiteradas ocasiones entre diversos sectores sociales, especialmente en el ámbito académico.
En las aulas de las Universidades de Sao Paulo y Metodista en el estado de Sao Paulo, frecuentemente el tema era debatido entre profesores y estudiantes.
Fragilidad Institucional
¿Cuál era nuestra conclusión? América Latina quedó marcada para siempre por sus luchas políticas y sociales así como esa terrible herencia colonial que nos subyugó por más de cinco siglos.
Los portugueses fueron a “civilizar” a los indígenas brasileños a cambio de cargar con toneladas del oro, diamantes, maderas preciosas y un sin fin de riquezas esparcidas por el vasto territorio de la nación suramericana.
En el sambódromo de Rio de Janeiro las negras y mulatas de Ipanema bailan y cantan hasta el deliro, un espectáculo único en el mundo.
Allí, aparentemente todas las clases sociales son iguales porque es de los pocos espacios donde los pobres tienen el protagonismo; de las favelas nacieron y salieron los principales cantantes, músicos, bailarines, animadores, acróbatas, directores y creadores del carnaval.
Los integrantes de las escuelas de samba combinan sus elegantes movimientos para alegrar los corazones de millones de personas que siguen las transmisiones por la televisión.