Los residentes en la localidad La Ribera del Ozama, en Santo Domingo Este, hoy se mantenían en alerta porque saben que el río no necesita lluvias en la capital para crecer. Jorge González
Muy contrario a lo que ocurre en el este y noreste de República Dominicana, donde el huracán Fiona ha causado serios daños a las infraestructuras, a la agricultura y la economía debido a los fuertes vientos y lluvias que han inundado y derribado árboles y postes del tendido eléctrico en la Capital, han creado incertidumbre en algunos sectores vulnerables.
Vías vacías, el puente flotantes cerrado, un cielo gris, leves lluvias ocasionales y la briza habitual es el escenario que se siente en el Gran Santo Domingo por el paso del fenómeno.
Muchos negocios están cerrados, pero una gran mayoría realiza las actividades normales en días festivos.
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En el rio Ozama, aunque se nota el movimiento de grandes cantidades de lilas, aún en sus riberas no ha empezado a subir el agua, pero ya miembros de la Defensa Civil y de los ayuntamientos están visitando los lugares más vulnerables para percatarse de la situación y orientar a los habitantes por posibles emergencias e inundaciones.
Fiona, huracán de categoría 1, con vientos de 140 kilómetros por hora, llegó en la madrugada de este lunes a territorio dominicano por Cabo San Rafael (este del país), después de causar daños en la isla Puerto Rico.
El peligro ahora lo afrontan las provincias San Pedro de Macorís, Sánchez Ramírez, La Altagracia, La Romana, El Seibo, Hato Mayor, Monte Plata, María Trinidad Sánchez, Samaná y Duarte.