De todas las monarquías la única que soporto es la española, porque se maneja con prudencia y ecuanimidad, algo que dicen se debe a Leticia, periodista antes que reina.
De todas las monarquías la que no soporto es la inglesa. No solo por la horrible historia colonial e imperialista que sustentó y sustenta su reinado, (como muestra el hecho de que en la India, para imponer sus horribles tejidos sobre la maravilla de la seda hindú, le cortaron el dedo índice a todos los tejedores del país), sino por su moral contradictoria.
Dos ejemplos: Carlos, el actual rey, se hizo famoso por sus enfermizos mensajes sexuales a Camila, de todos conocidos: “Quisiera ser un tapón sanitario para vivir dentro de ti”, sino recientemenne por su reivindicación de la pedofilia del príncipe Andrés, un tipejo arrogante, soberbio y maltratador que iba a la isla de un pedófilo de fama universal: Epstein, a violar adolescentes de 15 y 16 años cuando sus hijas tenían la misma edad.
Ustedes dirán: Son los privilegios de la monarquía, pero lo que ofende es que ese mismo sistema, incomprensible para un ser humano de hoy (¿por qué debo rendir pleitesía a alguien solo por sus antepasados?), se permita alardear de tener un sistema judicial perfecto, cuando perfectas son solo las pelucas de sus jueces.
Así vemos como el Banco Central de Inglaterra le ha robado a Venezuela 300 toneladas de oro, que el país necesita de urgencia para resolver sus necesidades y no hay manera de que los devuelvan. Y vemos como mantienen en prisión a un periodista: Assange, y piensan deportarlo a los Estados Unidos donde según Reporteros Sin Fronteras (RSF) “es posible que no sobreviva”.
Assange es el fundador de WIKILEAKS, y ganó fama mundial con sus reportajes sobre los crímenes del aparato militar en Irak (donde falleció un millón de irakíes) y Afganistán; y sus reportajes sobre el espionaje de la CIA a presidentes supuestamente amigos de USA, como Berlusconi y Sarkozy.
El 20 y 21 de febrero del 2021 fue la última visita que le permitieron, después de una batalla legal de RSF con el sistema judicial inglés. Allí comprobaron que Assange estaba en una solitaria desde hace seis años, que le habían quitado su máquina de escribir, y que la Cárcel de Belmarsh está infestada de ratas. También constataron que Assange sufre una enfermedad respiratoria aguda, algo que este denunció en una carta pública a Carlos, tramitada por Reporteros sin Fronteras.
La acusación contra Assange es risible: “Publicar información confidencial”, algo que no pudieron hacer a principios de los 70 cuando se publicaron los “Papeles del Pentágono” que contribuyeron al fin de la guerra en Viet-Nam”.