Opinión

Autoestima

Autoestima

El presidente Danilo Medina ha dicho una gran verdad, que “la gente que vive de ayudas pierde su autoestima” y que las políticas de asistencia tienen que ser transitorias, pero es menester advertir que la brevedad o dilación de esos programas de auxilio a sectores vulnerables estarán vinculados con la efectividad y profundidad con la que Gobierno y Estado afronten la inequidad y la injusticia.

Las reflexiones del mandatario sobre la necesidad de que las transferencias presupuestales destinadas al combate de la pobreza tengan carácter transitorio fueron ofrecidas durante una mesa redonda en la sede de Roma del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola, en la que se abordaron temas sobre políticas de desarrollo rural.

Es obvio que el Presidente aboga para que esos programas sociales sean reemplazados por un anhelado estadio de inclusión social que permita que los asentamientos humanos hoy en condición de vulnerabilidad participen de manera activa en la generación de su propio sustento a través del empleo o del emprendurismo.

Es innegable que la prolongación de la ayuda gubernamental reduce la autoestima de la gente, pero es de justicia decir que la dignidad o la consideración personal también disminuye cuando se malvive en situación de extrema pobreza y marginalidad, aguijoneado por el desempleo, carencia de adecuada alimentación, vivienda, asistencia hospitalaria, de educación, electricidad, agua potable y vías de acceso.

Todos los gobiernos han transitado el camino fácil de contener los efectos devastadores de la iniquidad social a base de una sobredosis clientelar expresada en programas de ayudas que no alcanzan a aprovisionar a las poblaciones marginadas de posibilidades de poder administrar propia dignidad y autoestima.

No se niega que en los últimos años se han instituidos o reformulados iniciativas que procuran que los recursos destinados a aliviar la situación de miseria de amplias franjas poblacionales se transfieran de manera digna y transparente, al tiempo que se gestiona incorporar esas familias a actividades productivas, por vía del entrenamiento laboral o créditos para impulsar la microempresa.

El presidente Medina está en posibilidad de garantizar, preservar o defender la autoestima de la gente, si su gobierno acelera lo que se define como una auténtica revolución social, a través de una justa redistribución del ingreso y la ejecución de políticas públicas de largo alcance que fomenten el empleo, y promuevan el crecimiento de la micro, pequeña y mediana empresa.

Para garantizar la autoestima de la gente y conceder condición de transitoria a los programas sociales se requiere que el Gobierno incremente sus recaudaciones y reduzca drásticamente las exenciones fiscales, porque escrito está que para que la gente sea dueña de su destino, se requiere también que el Gobierno erradique todo tipo de privilegio.

El Nacional

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