Las autoridades han sido drásticas con los bares y gimnasios en la lucha contra el coronavirus. El cierre de esos establecimientos no parece que responde a estudio alguno sobre riesgos como fuente de contaminación o propagación del virus. Esos establecimientos, donde laboran cientos de personas, están abocados a la quiebra por la suspensión de sus operaciones y la limitación de sus servicios. Con un toque de queda que comienza a las 7:00 de la noche la gente no puede salir a cenar ni departir en un bar o restaurante. Y los servicios están limitados. En el caso de los gimnasios el problema es peor porque no pueden ni siquiera abrir los centros. Si existe alguna forma para evitar que esos sectores terminen por quebrar las autoridades y los propietarios deben explorarla. Hay otros establecimientos donde se aglomeran más personas, que constituyen mayor riesgo de contaminación que operan sin mayores controles. En muchos países los bares, restaurantes y gimnasios operan bajo las estrictas medidas sanitarias que se han aprobado para combatir la propagación del virus. Aquí puede hacerse lo mismo.
El Nacional
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