La principal queja entre usuarios de smartphones es que la batería se descarga en horas, lo que significa recargas constantes, ya sea a través de un tradicional tomacorriente o con cualquier solución portátil que a la vez requiere carga.
Mucha gente no se explica esta debilidad cuando, a través de los años, ha habido sustanciales mejoras a otros niveles, desde funcionalidad y conectividad móvil hasta el propio diseño de los smartphones. El tema, como verán a continuación, es mucho más complejo de lo que luce.
La mayoría de los smartphones disponibles al día de hoy emplean baterías de ion de litio de distintas potencias, según el diseño y tamaño del aparato. El funcionamiento de la batería implica una transferencia de electrones entre el ánodo y el cátodo de la celda, siendo esta la razón por la que con cada carga va perdiendo capacidad hasta que, hacia el final de su ciclo, deja de funcionar.
El material comúnmente utilizado en el ánodo es grafito, un mineral derivado del carbón que, pese a su versatilidad, tiene una limitante teórica respecto a la cantidad de iones que puede almacenar. En vista de que este tope se ha alcanzado casi en su totalidad, hay un interés en cambiar grafito por silicio, un material que, en teoría al menos, ofrece almacenamiento diez vecez mayor. Si bien esta pudiera ser una solución temporal, una vez se llegue al tope habrá problemas nuevamente.
Varias propuestas se han visto por el frente de las baterías, desde recargas más rápidas hasta propuestas flexibles de cinc para wearables, donde el espacio es aún más limitado, con impacto directo sobre la potencia y capacidad de la batería que se integre. La primera propuesta de hecho ya existe, tal como demostró la startup israelí StoreDot en CES 2015, pero su comercialización tardará posiblemente algunos meses.
Aunque en teoría es buena idea sustituir grafito por silicio en las baterías de hoy, la británica Intelligent Energy, con 25 años de experiencia en desarrollo e investigación de tecnologías de energía, propone otra cosa: celdas de hidrógeno lo suficientemente pequeñas como para ser usadas en smartphones, lo que proveería hasta siete días de carga continua.
Según reportó Bloomberg la semana anterior, hay un fabricante emergente de smartphones que destinará 7.6 millones de dólares al proyecto de celdas de combustible en formato móvil.
En lo que llega esta prometedora tecnología, que estaría disponible dentro de dos años, podemos considerar alternativas como Ampy, una solución que almacena energía cinética generada por el usuario al caminar y moverse para luego usarla en la recarga de equipos.
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