Lo he dicho otras veces, pero sin resultados positivos. Lo repito por si alguien lee este artículo y le presta algún nivel de atención: La decisión del presidente Luis Abinader de anunciarle al país su decisión de no modificar la Constitución para rehabilitarse y optar por un tercer mandato, como lo hizo Danilo Medina, y como lo sigue haciendo Leonel Fernández, que gobernó 12 años y quiere volver al poder hasta terminar sus días en el Palacio Nacional, donde le gustaría ser enterrado, como San Pedro en la Capilla Sixtina, ha provocado un canibalismo político insospechado en las filas del Partido Revolucionario Moderno, que atenta contra su permanencia en el poder más allá del 2028.
Las campañas difamatorias e injuriosas contra tal o cual funcionario, las patrocinan los propios compañeros.
La mayoría de los aspirantes a la presidencia del país, tienen sus propias bocinas, sus comunicadores entrenados en la vocinglería, difamando, injuriando, chantajeando y hasta extorsionando de un lado a otro.
El PRM se está haciendo oposición a sí mismo. Destruyéndose, aniquilándose, desprestigiándose, y maldiciéndose. No existe en esa organización política un “espíritu de cuerpo”, disciplina, estructura orgánica sujeta a los mandatos del estatuto que lo rige.
El PRM está fuera del debate nacional e internacional. El mundo se cae a pedazos con invasiones, crímenes de lesa humanidad como los de Israel en Gaza, pero el PRM no dice nada, Donald Trump avasalla aquí y allá con sus aranceles, deportaciones masivas, bloqueos, sanciones, chantajes y amenazas, pero vergonzosamente el partido de gobierno guarda un silencio cómplice que avergüenza. ¿No existe en el PRM un departamento internacional que defienda, como un principio, la solidaridad y el respeto a la autodeterminación de los pueblos, mil veces violado?
En el país hay muchos problemas. Me preocupa la situación del gobierno y del partido. Ninguna de las dos cosas parece ir bien. Debe producirse una rectificación. Terminar con los ruidos y los escándalos entre funcionarios y dirigentes del partido.
La libertad no puede confundirse con el libertinaje. Democracia no siempre es consenso, también es descenso.
Los roles de los funcionarios y de los dirigentes tienen que estar claramente definidos, tanto en el organigrama del Estado, como de la Dirección Ejecutiva.
Vuelvo a decirlo: el presidente Luís Abinader es la cabeza del gobierno y del partido. En su doble condición de presidente de la República y principal líder del PRM, debe poner orden en la casa, es decir, en el Palacio Nacional y en la Casa Nacional del PRM.
(Hay otra casa donde creo que también debe llamar al orden en función del cumplimiento de los roles establecidos, tanto en el gobierno como en el partido).