Opinión

CARTAS DE LOS LECTORES

CARTAS DE LOS LECTORES

Nuevos ataques
Señor director:

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Las personas del Centro Robert Kennedy, y sus aliados/as actúan como enemigas abiertas de la República Dominicana. Ellos, de manera conscientes, están azuzando un conflicto de poderes en violación a la Constitución dominicana para así aprovechar ese mar revuelto que permita justificar o introducir cualquier entuerto. Pero, como ya hemos reiterado, esta gente no actúa sola, pues cuentan con dominicanos / as que bajo el ropaje de un humanismo extraño y sospechoso, prefieren hacer causa común con los enemigos de la soberanía y la independencia del país.

Las y los dominicanos /as que se han aliado a Haití fingen ingenuidad, al analizar el problema de la manera más superficial posible con tal de que la causa sea siempre gananciosa para Haití. Obsérvese al respecto, que cuando Haití boicotea, y hace que se posponga el diálogo, los prohaitianos / as echan la culpa al lado dominicano, porque según dicen, es el negligente.

Muchas de estas personas son informadores/as, intelectuales y políticos, con formación en universidades nacionales, pero que hoy están negando a su país para abrazar las causas “humanistas” por Haití, y en esa cerrazón optan por no ver el perjuicio que se cierne sobre la República Dominicana, sabiendo muy bien que detrás de todos estos reclamos de derechos yace la estrategia fusionista de quienes ven en Dominicana la solución de los problemas del vecino Haití.

En querer aparentar ingenuidad caen incluso los más insospechados personajes, esos que vienen de cierto abolengo ético/ político, que como el del profesor Juan Bosch, es un referente de gran dignidad. Recientemente la prensa reseñó unas declaraciones atribuidas al señor Matías Bosch, director de la fundación que lleva el nombre del profesor Juan B. A Matías se le achaca haber considerado que “la migración haitiana no afecta la soberanía dominicana, si así fuera, la República Dominicana ya tuviera bajo amenaza la soberanía de los Estados Unidos, con dos millones de dominicanos en ese país”.

Si esas palabras hubiesen sido dichas por cualquier dominicano del común, hubieran pasado de largo como hilacha arrastrada por la corriente de un río, pero al decirla quien las dijo (si las dijo), preocupa que este no parezca ser un pensamiento nacido de una reflexión profunda y objetiva, más bien es un pensar engañoso.

Atentamente,
Melania Emeterio R.

El Nacional

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