Cambios institucionales
Señor director:
La campaña electoral que desde ya comienza a sacar cabezas tendrá como temas puntales el narcotráfico, la corrupción y los ilegales haitianos. Todo eso está bien, pero hasta ahora mismo nadie levanta un programa de gobierno a desarrollar en cuatro años.
Nadie le ha preguntado a las grandes masas hambreadas, y a sectores de clase media atormentados por la crisis, o a empresarios a punto de cerrar sus negocios, si los temas principales de la agenda dominicana son la lucha contra el narcotráfico, la corrupción y los ilegales haitianos.
Da el caso de que hay leyes y reglamentos bien claros de cuál tiene que ser la lucha para detener y enfrentar el narcotráifco. En todo caso fallarían los hombres y mujeres encargados de llevar a cabo ese programa, que tiene reglas bien definidas.
Si la justicia dominicana tiene fallas, es por lo novedoso de un código impuesto por el chovinismo loco, que quiso hacer modernizaciones a la carrera, o por jueces que no cumplen con su deber, en donde todo lo que habría que hacer es tomar los correctivos de rigor.
Los funcionarios o empresarios que practican actos de corrupción, solo deben ser llevados a los tribunales, y que se les apliquen las penas convenientes. Puede ser un tema central de campaña, pero no llena los estómagos de los hambreados.
Solo levantar la bandera de la lucha contra la corrupción, el narcotráfico y los haitianos no va a garantizar a ningún partido político un triunfo electoral. Las elecciones dominicanos son singulares, porque están plagadas de manos que esperan.
Las teorías políticas importadas mueren aquí sin lograr sus objetivos. Los partidos fallan porque en su discurso se desconectan del sentir popular, y abrazan lo que a sus oídos les parece que es una espoleta que con su explosión los va a llevar al Palacio Nacional.
Hay que modernizar la vida pública nacional. Llevar a la cárcel a todos los que violen la ley, sea narcotraficantes, corruptos o vendedores de haitianos. Hay fragilidad en las estructuras institucionales nacionales cuando estos temas, que deberían estar superados, son el programa de gobierno de partidos emergentes opositores.
En vez de remiendos, lo que hay que cambiar son las instituciones, presentar novedades en cuanto se refiere a lo que demanda el país ahora, hoy. Los partidos emergentes no pueden tratar de ser exitosos girando en torno a temas que son periféricos de los mayoritarios, porque es el sistema total que hay que cambiar.
Atentamente,
Manuel Hernández Villeta