Parece sacada de un guión de una película del Viejo Oeste la espectacular acción a través de la cual dos hombres armados y protegidos con chalecos antibalas asaltaron el Centro de Corrección y Rehabilitación San Felipe, de Puerto Plata, para liberar a cuatro reclusos que cumplían 30, 20 y cinco años de prisión. Pero Ambiórix Vargas (Al Capone) –apodo que no se sabe si va con su historial-, y Emilio Pascual Jáquez no pudieron vivir para contarlo.
Fueron aniquilados a tiros por una patrulla de la Policía que los persiguió después que a las 4:00 de la tarde del lunes asaltaron el recinto, desarmaron y amordazaron al centinela y liberaron a los reclusos Leonardo Quiroz Díaz, Francisco Aquino Colón, Nataniel Basilio Cruz y el haitiano Max Peter. En las últimas horas ninguno de los presos había sido capturado. El caso, que evoca las acciones de forajidos como Jesse James, no es una anéctoda. Plantea la necesidad de revisar un sistema carcelario caracterizado por una amplia gama de conflictos.
