Semana

Como cada Domingo

Como cada  Domingo

José Rafael Sosa

Dilia y la bandera

 

Este es un país especial, (tomando la frase que creo Yaqui Núñez del Risco para un comercial publicitario de Retho Publicidad.

Es una nación muy única, que ha desarrollado simultáneamente una actitud singular para los debates nacionales sin trascendencia. Y parece que nadie se da cuenta.

El pasado miércoles, un pastor protestante fundamentalista convocó una manifestación frente al Palacio Nacional para protestar porque en el escritorio de una viceministra de la Presidencia de la Innovación, Transparencia y Atención Ciudadana, la licenciada Dilia Leticia Jorge Mera, nombrada con el mandato de velar por los derechos humanos, con énfasis en las minorías segregadas actualmente por un fuerte muro de prejuicio y discrimen, fue colocada una bandera arcoíris del movimiento LGBTI.
Es decir, que se protestaba contra:

1) El derecho de una persona de decorar su escritorio de acuerdo con sus convicciones,
2) Contra los lineamientos de inclusión social establecidos en un programa de gobierno nuevo, debido a que el discrimen y el prejuicio contra determinados sectores (y que incluyen la negación del derecho al trabajo, a lo servicios de salud, a una vida sin violencia, entre otros.

3) Contra el derecho a pensar, manifestarse, actuar y sentir de acuerdo a la conciencia y la práctica de cada quien, incluyendo el de los propios sectores (Generación de servidores/Carlos Peña) que este miércoles acudieron a protestar a Palacio contra una bandera en un escritorio, cuando debieron hacerlo contra los planteamientos de un gobierno que ha llegado, cuando menos desde el punto de vista de lo que ofreció, con una plataforma que garantiza esos derechos.

Dilia Leticia Jorge Mera es una especialista en el derecho de familia, con enfoque social, que nunca, a pesar de sus vínculos y familiares con el sector político que aspiraba (y logró el poder), no había ocupado nunca antes una posición de este tipo, desde la cual aplicar una acción de inclusión social, particularmente en sus sectores más rechazados.

Es una mujer integra que tiene como mandado proteger el derecho de ser y manifestarse de cada quien, incluyendo los fieles cristianos que fueron llevados por Carlos Peña a protestar contra ella. Eso es ya un principio para una sociedad inclusiva.

Quien nunca haya experimentado la negación de derecho a la salud, al amor y al trabajo producto de su elección adulta de su orientación sexual, no tendrá idea de la magnitud de este problema.