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Como cada domingo: Después de Margaro

Como cada domingo: Después de Margaro

Un país que no protege adecuadamente sus artistas, los de cualquier área, desde la música, la literatura, la actuación, no merece el nombre de país.

Nicolás Díaz (Margaro) solo tuvo algunas ayudas del Estado (una pensión de 25 mil pesos y una casa que le hizo el Invi), el apoyo de algunas figuras cruciales de la TV (Freddy Beras Goico, lastimeramente partido a destiempo o Frederick Martínez), pero no se puede establecer que fuera ubicado por la sociedad en el plano que merecía.

Margaro será recordado con una sonrisa, una risa o una carcajada. Pero todos somos un poco culpables de su partida en esas condiciones. En soledad, abandonado de la mano de quienes debieron socorrerle.
No merecía morir así.

Como comediante ofrecía una paleta colorida de los hablantes populares mientras mantenía, eso sí, un rostro serio y la mirada serena, mientras desternillaba a sus compañeros de actuación y, en especial, al público.

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La muerte de Freddy Beras Goico representó para Nicolás Díaz el cierre de su trabajo en la televisión “prime time”, la de mayor teleaudiencia. Desde ese punto en el tiempo, declina su incidencia, hasta el punto que enfrentó francos periodos de desempleo con picoteos en la radio y disfrutó de la solidaridad de Frederick Martínez (El Pacha) – el mismo del estilo confrontativo con el resto del mundo- quien le ofreció trabajo en su espacio Pégate y Gana con El Pachá, a quien Margaro lo consideraba como “su papá” porque le dio la mano cuando más lo necesitaba.

Participó en las películas “Nueva Yol 3”, “Perico ripiao”, “El retorno de una estrella”, “Cuatro hombres y un ataúd” y Gus Bay NY. Pero nunca tuvo un protagónico que destaca su calidad de actor cómico.

Nicolás Díaz fue encontrado muerto en su residencia el domingo 26 de junio en su vivienda del sector El Libertador de Herrera, del municipio Santo Domingo Oeste, cuyos vecinos percibían que estaba enfermo y deprimido, viendo que salía pocas veces a comprar de comer y agua. No estaba bien de salud.

Díaz, vivía solo. Era separado y sus tres hijos (dos varones y una hembra) residen en New York, en donde se radicaron en procura de un mejor destino. No había una familia a su lado, ni una organización de artistas que le protegiera. Ahí faltó una asistencia familiar.

Ojalá no haya más Margaros, ni Guandulitos, ni Tano Kao, ni más El Nazareno. Ojalá no haya escritores que dieron lo mejor de su talento, abandonados a su suerte. Ojalá no haya más pintores dejados de la suerte social.