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Compra de lealtades

Compra de lealtades

Un día  del año 1982 el suscrito charlaba de mujeres con dos amigos, uno de mi generación y otro que nos llevaba unos 20 años. El mayor de los tres nos decía, a modo de consejo, que nunca diéramos dinero a una mujer al  acudir a una cabaña, porque de esa manera la dama no se enamoraría del hombre y llegaría el momento en que estaría más pendiente al billete monetario que al acto sexual. “A las mujeres se ayudan de otra manera, como asumiendo algunos de sus problemas”, añadió el experimentado mujeriego.

 Siempre concedí razón a ese caballero, porque los sentimientos y la lealtad amorosa no se compran. Con el paso de los años también se puede observar que la lealtad política tampoco se compra.

Nadie puede decir que los seguidores que tenían Balaguer, Bosch y Peña fueron a base de dinero, que pagaban apoyo de personas. Eran tres líderes con carisma, discurso y persuasión. Naturalmente, los tres tenían concepto de la gratitud.

 Este relato viene porque el “serio”  presidente Luis Abinader invierte miles de millones de pesos en publicidad gubernamental, otorgando la mayor tajada a las tradicionales bocinas de la comunicación (los mismos que les hicieron campaña sucia), con el supuesto propósito de comprarlas. ¿A quién va a comprar? Se trata de individuos prostituidos en el ejercicio de la comunicación y solo hay que esperar la venidera campaña electoral para comprobar una vez más que las lealtades políticas no se compran.

Todo el comunicador que habló o escribió mal de Abinader, en el pasado, al genio de presidente le surgió la idea de comprarlo. Comprarlo metiéndole en múltiples nóminas estatales o rellenándole sus espacios de anuncios, al extremo que algunos facturan millones  de pesos cada mes.

Adicionalmente, al presidente y “experto en estrategia política”, le surgió la idea de inscribir gente en el PRM. Y con esa gente nueva se elaboraría el padrón de votantes de las primarias de esa organización política, que escogería al candidato presidencial.

Por más que se pretenda ocultar la realidad, publicando falsas encuestas en las redes, al día de hoy hay escepticismo en el electorado nacional, a tal extremo que el 66 %  no sabe todavía por quién votaría.