Opinión Voces y ecos

Con el vecino a cuesta

Con el vecino a cuesta

Rafael Peralta Romero

No siempre los gobernantes alcanzan a ver las consecuencias de sus acciones, debido a que suelen padecer de visión a corto plazo. Mayormente, ignoran que los azares, los dolores, las tragedias dejan marcas permanentes en las sociedades humanas, que pueden ser para bien y por igual pueden ser causa de malestar.

Para República Dominicana, Cuba, Puerto Rico y otros países de Centroamérica y Suramérica, la huella más ostensible del paso de España por sus territorios es la herencia idiomática unida a otros signos de la hispanidad como la imborrable presencia en nuestros apellidos: Rodríguez, Ortiz, Henríquez, Rijo, Romero, Ureña, García, Mieses, Vargas…

La historia de los países americanos enfatiza en el papel de los europeos (españoles, franceses, portugueses, británicos…) en lo que se ha dado en llamar descubrimiento y conquista. La historia dominicana incluye muchas primacías y acciones ocurridas durante la colonización que solo se dieron en nuestro territorio.

Las desbordadas ambiciones de riqueza y de poder que corroían a los gobernantes europeos originaron múltiples conflictos bélicos que afectaron en muchos casos a los territorios americanos, porque fueron repartidos como botines de guerra.

Por ejemplo, la guerra denominada de los Nueve Años involucró enfrentamientos de Francia contra España, Inglaterra, las Provincias Unidas de los Países Bajos y el Sacro Imperio Romano Germánico. La solución de este conflicto, particularizando entre Francia y España, determinó que esta última nación cediera el lado occidental de la isla Española, que para entonces ya era llamada Santo Domingo.

Eso fue pactado en un tratado suscrito entre ambos Estados, en Ryswiick, ciudad holandesa, en 1697. Una consecuencia perpetua de este acuerdo es que República Dominicana haya tenido que transitar con el vecino país a cuesta. Otros convenios suscritos ente potencias europeas incidentes en nuestro territorio han sido el tratado de Aranjuez y el de Basilea.

Francia no realizó una colonización cultural en ese territorio, sino que estableció plantaciones operadas por mano de obra esclava, además de negociar con personas capturadas en África. Esas personas procedían de diferentes regiones y hablaban lenguas distintas, así terminaron creando una lengua, que además tiene influencia del francés.

Más tarde, 107 años después, los esclavos se sublevaron y proclamaron una nación independiente llamada Haití, uno de los nombres de la isla antes de que llegaran los europeos.

Ha sido la marca más duradera sobre la piel de Santo Domingo. Se trata de uno de los jalones más profundos en nuestra historia, una de las consecuencias más perceptibles de la incidencia maléfica de las potencias europeas en el Nuevo Mundo.