Opinión

Crimen contra la Naturaleza

Crimen contra la Naturaleza

POR: Leandro Guzmán
andor314@yahoo.com

 

La denuncia de que ha aumentado la tala de árboles en la zona fronteriza para hacer carbón clandestinamente y luego venderlo en Haití es sencillamente alarmante. Poco a poco, esas actividades ilegales acaban no solamente con el bosque seco, sino también con árboles de diversos tipos que tardarían años en crecer.

Los bosques secos constituyen una fuente de vida indiscutible, no sólo por las especies que alberga, sino también por la dinámica natural que origina en periodos lluviosos. La destrucción de sólo parte de esos ecosistemas, por cualquier actividad incompatible con el desarrollo sostenible, genera un desequilibrio hidrológico en las aguas superficiales y subterráneas, además de un incremento en el avance del desierto por la intensificación de los vientos que generan la erosión de los suelos
Hasta hace algunos años, eran los haitianos quienes cruzaban ilegalmente zonas porosas de la frontera para talar árboles, hacer hornos y hacer carbón.

Sin que haya cesado esa práctica, ahora se les suman dominicanos que dicen que no tienen otro medio de vida, dada la pobreza de zonas de la frontera que solo son recordadas por los políticos en tiempos de elecciones.
En poco ayuda la Justicia en este negocio ilegal que genera unos 17 millones de dólares al año.

Hace poco, el juzgado de Primera Instancia de la Provincia Independencia ordenó la devolución de varios camiones retenidos a un supuesto contrabandista por militares que cuidan la frontera. Ese juzgado fue más lejos, pues impuso una multa de 500 pesos por cada día que el Centro Especializado de Seguridad Fronteriza (CESFRONT) deje transcurrir sin entregar los vehículos restándoles calidad a los militares para intervenir. Ese es el colmo.

Es un deber del Gobierno fortalecer la vigilancia en la frontera, no solamente para evitar el trasiego de carbón, sino de seres humanos, armas y drogas, poniendo a la República Dominicana en la mira de organismos internacionales, especialmente cuando se han tratado de establecer medidas para regularizar la presencia de extranjeros ilegales. Países poderosos y pequeñas islas del Caribe han montado una campaña que le han creado dificultades y preocupación al Presidente Medina.

Haití, en lugar de colaborar eficazmente en el Plan de Regularización de Extranjeros, negándoles incluso documentos de identidad a sus propios ciudadanos, siempre busca obstaculizar las conversaciones de buena voluntad para lograr salidas armoniosas a ese y otros problemas, que deben resolverse con Justicia y humanidad. Esperamos que el Gobierno Haitiano reflexione y no siga boicoteando las reuniones con el Gobierno Dominicano para darle una solución legal y humanitaria a este problema.

El Nacional

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