Más que mediación con la crisis del trasvase del río Masacre, el primer ministro de Haití, Ariel Henry, lo que busca es que se presione a República Dominicana para que tolere la obra en función, no de la razón, sino de su dramática pobreza.

Henry se entrevistó en Arabia Saudita con el exprimer ministro inglés Tony Blair, para solicitar que interviniera en el diferendo con este país.

Ese Henry que acude al político inglés es el mismo que ha boicoteado a través de múltiples maniobras el diálogo con las autoridades dominicanas para buscar una solución a la crisis del canal.

Y que también ha puesto a esperar a comisiones de organismos internacionales, además de rehusar permitir a sus nacionales participar libremente en los mercados binacionales.

Es obvio que el Gobierno haitiano, por el rol de víctima que ha desempeñado frente a la comunidad internacional, busca una salida a la medida de sus intereses del conflicto por el canal en el río Masacre.

No ha de olvidarse que en principio el mandatario denunció que la obra respondía a intereses particulares, que incluso la iniciaron sin autorización oficial.

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Si Blair decide intervenir en el conflicto no puede circunscribirse únicamente a la versión de los haitianos, sino escuchar las dos campanas.

Sería hasta importante que se animara a viajar a ambos países para palpar la verdadera realidad sobre una crisis provocada por Haití.