Intensos aguaceros del fin de semana, con secuela de inundaciones, deslizamientos, daños a viviendas e infraestructuras viales, causados por una onda tropical y una vaguada, que obligó al desplazamiento de más de 2,500 personas, ha sido la primera gran afectación de la temporada de huracanes sobre el territorio nacional.
Las autoridades informaron que más de 500 viviendas quedaron anegadas o dañadas, la salida de servicio de 32 acueductos y los sistemas Isa Mana y Duey inhabilitados a causa del aumento del caudal de los ríos, lo que dejó a más de un millón de personas sin suministro de agua potable a nivel nacional.
A reservas de otros reportes sobre destrucción de puentes, carreteras, caminos vecinales, plantaciones agrícolas y proyectos ganaderos, puede decirse que los daños causados por el paso de una onda tropical y una vaguada fueron considerables.
El Centro de Operaciones de Emergencias (COE) y el Instituto Dominicano de Meteorología (Indomet) informaron oportunamente a la población sobre esos fenómenos meteorológicos, pero nueva vez no fue posible coordinar ni ejecutar un eficaz protocolo de abordaje entre las diferentes instituciones oficiales.
A pesar de que se pronosticó que se producirían fuertes precipitaciones el viernes sobre el Gran Santo Domingo, con anegación de avenidas, sectores residenciales y barrios populares no fue hasta cerca del mediodía cuando se dispuso suspensión de docencia y de labores en la administración pública, lo que provocó congestionamiento descomunal del tránsito.
Aunque algunos ayuntamientos ejecutan programas de prevención con limpieza de alcantarillas y recolección de desechos en lugares de alto riesgo, la mayoría de los cabildos, el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos y el Ministerio de Obras Públicas suelen apostar a la suerte ante cualquier situación de contingencia.
La ciudadanía, en sentido general, no atiende a las recomendaciones del COE ni de ninguna otra autoridad, especialmente cuando se exhorta a desalojar zonas de asentamientos de alto riesgo cercanos a ríos, cañadas y zonas montañosas, lo que demuestra preocupante déficit de civismo y de respeto a la ley.