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El clima político y social se deteriora más en Haití con la proliferación de bandas criminales y la retención del poder a la fuerza por el presidente Jovenel Moïse. El asesinato de cuatro políticas durante una confrontación con pandillas que operan sin control en el país y los frecuentes asaltos y secuestros forman parte de la anarquía y la inseguridad que sufre la población.
Los policías fueron abatidos en Village de Dieu, considerado uno de los barrios más peligrosos de Puerto Príncipe, cuando trataban de detener a acusados de diferentes de delitos. Al considerar los crímenes como una declaración de guerra, el presidente Moïse anticipó una respuesta contundente. El caso no debe quedar impune, pero lo cierto es que la violencia que sacude la vecina nación tiene múltiples aristas.
Una de las primeras es la vulneración del precario sistema institucional por el propio mandatario al permanecer en el poder en violación de una sentencia del Poder Judicial que declaró que su ejercicio constitucional perimió el 7 de febrero. Sin respeto a las leyes las bandas criminales se aprovechan para hacer de las suyas. Y se pone más lejos cualquier salida a la crisis.
El Nacional
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